Arma Fatal
Está claro que este verano me ha dado por las comedias. Puede que sea el calor o las ganas de desconectar de la rutina, pero aparte de mi top 5 de comedias clásicas también he revisionado la Trilogía del Cornetto de Edgar Wright, formada por tres películas: Zombies Party (2004), Arma Fatal (2007) y Bienvenidos al Fin del Mundo (2013). El trío de filmes comparten tanto a su director como a su duo de protagonistas (Simon Pegg y Nick Frost) y a algunos actores de reparto de lujo (como Martin Freeman o Bill Nighy)
Al igual que sus compañeras, Arma Fatal parodia un género clave del séptimo arte. En este caso, Wright despedaza a ritmo de gag las películas de acción policíacas. Y lo hace de forma brillante, con un humor absurdo (y absolutamente británico) que funciona desde el primer hasta el último minuto.
Arma Fatal nos narra la historia del agente Nicholas Angel, que trabaja en Londres y cuya extrema eficacia deja en ridículo al resto del Cuerpo (perdón, del Servicio) de Policía de la capital, por lo que es trasladado a Sanford, un pequeño e idílico pueblo perdido en la campiña inglesa. Sin embargo, una serie de extraños “accidentes” ponen en alerta todos los sentidos de Nicholas, que con la ayuda de Danny, el torpe hijo del inspector jefe de policía, no parará hasta desentrañar el misterio que ocultan los habitantes de Sanford.
Junto a los mencionados Pegg, Frost, Freeman y Nighy, el reparto se completa con Timothy Dalton (el empresario más importante del pueblo), Olivia Colman (como agente de policía) y Jim Broadbent (como el inspector jefe). Wright conjuga como nadie la acción propia de las películas policíacas y las buddy movies con los tópicos de la vida rural inglesa, que solemos asociar a los whodunnit inspirados en las novelas de Agatha Christie, y además lo adereza con unos toques de slasher americano, como si de un plato de comida fusión se tratara. Y lo que en principio podría parecernos un despropósito, se convierte en una comedia hilarante, que brilla en su inicio, va como la seda en su tramo central y se convierte en un despiporre en su desenlace.
Si tenéis debilidad por el humor inglés, los diálogos absurdos, los juegos de palabras y las pintas de cerveza, esta es sin duda vuestra película.
