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No creo que le esté descubrimiento a nadie América al confirmar mi gusto por el género de terror. Esa sensación buscada de querer pasarlo mal durante un rato, ya sea por tensión, por impacto o porque algo ha conseguido meterse debajo de la piel. Y creo que esa última sensación es la que más se ajusta a la película de hoy, aunque no esté encuadrada dentro del genero de terror, pero el regusto tras verla es ciertamente amargo y terrorífico. Os hablo de Compliance.

Becky trabaja como cajera en un restaurante de comida rápida. Su viernes parece que va a ser un día ajetreado, pero dentro de lo habitual. La cosa cambia cuando la gerente del establecimiento recibe una aparente llamada de la Policía afirmando que Becky le ha robado dinero a una clienta, y lo que en principio puede parecer un malentendido no tardará en volverse un calvario para Becky.

Lo principal que hay que tener en cuenta nada más empezar Compliance es el gran aviso de que lo que se va a ver a continuación está inspirado en hechos reales. Seguramente pueda parecer una tontería o un simple reclamo publicitario, pero es un dato mucho más relevante de lo que puede parecer, en parte va a influir en la percepción del espectador respecto a la trama, y además se puede comprobar con facilidad con una sencilla búsqueda en internet, haciendo realidad esa frase tópica de que la realidad supera la ficción. Incluso el que desde el principio suenen ciertos acordes musicales ponen el cuerpo en estado de alerta, indicando que lo que se va a ver no es precisamente agradable por muy cotidiano que parezca.

Compliance

El que la historia se base en hechos reales va a determinar su puesta en escena, donde se emplea una cámara en mano con una precisión casi documental y un afán por narrar los hechos exponiéndolos más que deteniéndose en ellos o en hacerlos más grandilocuentes. Un contado número de localizaciones y de personajes se encarga de darle a esa historia esa sensación de agobio, ocurriendo a plena luz del día y en un sitio como cualquier otro. Y el manejo de la tensión a través de una llamada telefónica durante gran parte del metraje está muy bien llevada. En este punto es interesante ver como el emisor del mensaje trata a cada personaje de manera distinta, resultando en un maestro de la manipulación que juega con los receptores como le da la gana.

Aquí es donde entran en juego dos elementos que son los que definirían Compliance: Ingenuidad e incomodidad. La primera por el hecho de acceder a todas las demandas de esa misteriosa llamada casi sin poner ningún pero y contemplando como van cambiando de verdugo. Resulta además frustrante que esa ingenuidad venga de un afán americano de recibir palmaditas de la espalda, de saber que la gente está cumpliendo con su deber como ciudadano y de la facilidad que hay para acatar órdenes sin mucho cuestionamiento previo. A ello también podría sumarse esa sensación de que es una situación tan inverosímil y surrealista que solo podría darse en Estados Unidos, o quizá en algún otro país, pero especialmente en este que es el que concierne. Y luego la incomodidad como consecuencia los actos, esa violencia tan intrusiva que no está plasmada para que el espectador se recree en ella, sino que al estar filmada casi de manera documental deja mal cuerpo y uno desea que termine todo.

Compliance

A pesar de que haya cierto número de personajes que cumplen muy bien con su tarea, habría que destacar a Dreama Walker como Vicky, que representaría las sensaciones del espectador a base de vulnerabilidad y parece la única con un mínimo de cordura, Ann Dowd como la gerente del local, una persona aparentemente normal hasta que tiene que infundir violencia de cualquier tipo y que es una clase de papel que se le da de maravilla como bien demuestra en El cuento de la criada, y Pat Healy como el hombre que llama y que claramente disfruta infligiendo dolor.

Tal vez lo único que pueda romper un poco con la micro atmósfera generada es la resolución de Compliance, aunque al estar en concordancia con el tratamiento documental de la narrativa que tampoco se le puede achacar eso. Y al seguir los hechos de la vida, en ocasiones como esta la redención no es posible, lo que hace que los hechos resuenen con más fuerza y la sensación final sea desoladora y de una impotencia terrible.

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