Dune (1984)
La saga de novelas creada por Frank Herbert tiene buena fama y es realmente un tema atractivo, pero no todas tienen la misma calidad. Es por ello que la adaptación de Dune para la pantalla grande era un tanto arriesgada. Pero alguien tenía que llevar a cabo el proyecto antes o después, ya que es buen caldo de cultivo cinematográfico. Así pues hoy os hablo de Dune, la película de 1984, después de una breve sinopsis.
Por orden imperial, la familia Atreides deberá hacerse cargo de la explotación del desértico planeta Arrakis, conocido también como Dune, que es el único planeta donde se encuentra la especia, una potente droga que además es necesaria para los vuelos espaciales. Anteriormente, el planeta había sido gobernado por los Harkonen, que habían ejercido su mandato con puño de hierro, dejando una huella indeleble en la población indígena del planeta. Cuando los Harkonen atacan el planeta con el beneplácito del Emperador para retomar su posición dominante sobre el planeta, Paul (interpretado por Kyle MacLachlan), el hijo del duque Leto Atreides (Jürgen Prochnow), deberá huir al desierto, donde le esperan múltiples peligros y una última oportunidad de vengarse y volver a su legítimo lugar como gobernante de Arrakis.
Pese a que tiene unos efectos especiales un poco toscos lo compensa con el resto del apartado visual. Vestuario, escenarios, y maquillaje están verdaderamente inspirados. Por no hablar de la fotografía, que nos deja unas tomas que son una verdadera delicia. La banda sonora es más que notable, acompaña perfectamente con ese tono melancólico a las escenas. Los efectos sonoros también son un acierto, he de decir. Muy logrados para la época y sus limitaciones.
El elenco es numeroso, pero desafortunadamente no todas las interpretaciones están tan depuradas. Por ejemplo en el papel del personaje principal al que interpreta Kyle MacLachlan, pese a que hoy está consolidado como un buen actor (sin pasarse demasiado también), es algo sobreactuado. Como curiosidad entre el reparto se encuentra Sting, cantante en solitario y también del grupo The Police, a quien yo le tengo cierto cariño no solo porque me gusta el grupo, si no porque su persona es la imagen base para John Constantine. El director de la cinta es David Lynch, que quien lo conozca por otros trabajos (Eraredhead, Twin Peaks, El hombre elefante…) sabrá que a veces su visión es, como poco, algo compleja de interpretar.
Esto último sea quizás lo más complejo de digerir de la película. Y es que el largometraje está más que bien, aprovecha totalmente la genial idea de la saga de libros de Frank Herbert. Ahora bien, quizás le quite ritmo a la historia que cada personaje tenga su momento de soliloquio. Dicho de otra manera más correcta, pensamientos escenificados, algo que en un libro es necesario, en una película queda antclimático la mayoría de las veces. Pese a que fue una producción de alto presupuesto se estrelló en taquilla, aunque esto no impidió que con el tiempo se convirtiera en película de culto. Imagino que no todo el mundo comulgaba con la manera de plasmar las ideas que tiene Lynch, yo entre ellos en muchas ocasiones, he de decir.
En resumen, Dune es una gran adaptación, impecable en lo técnico, pero que su narración lastra bastante todo lo demás. Al menos abrió la puerta a hacer adaptaciones de aquella prolífica saga de libros donde, aparte de series, hay más películas en proyecto. Pero eso ya es otra historia.
No tendré miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Dejaré que pase por mí y a través de mí; y cuando gire mi ojo interior para escrutar su camino, estaré solo yo. Mi miedo habrá desaparecido.
