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El Perfume: Historia de un Asesino

A la hora de hablar de adaptaciones, me sitúo en ese grupo de gente que considera que nunca se va a poder plasmar al 100% en una pantalla un texto escrito. De ahí el nombre adaptación, ya que ambos medios emplean recursos narrativos muy diferenciados. Pero hay todo tipo de adaptaciones: las que su material base en las páginas es mejor y de ahí la muy conocida frase “el libro es mejor que la película”, aquellas en las que el relato audiovisual está a la misma altura que el texto escrito y por supuesto, aquellos casos que se pueden contar con los dedos de una mano en los que el tratamiento en pantalla supera al planteamiento escrito. Y la película que comento hoy se encuentra muy a mi pesar en el primer grupo.

Basada en la famosa novela del escritor alemán Patrick Süskind, nos sitúa en Francia durante el siglo XVIII. En el sitio más pestilente de todo París, nace Jean Baptiste Grenouille. En ese mismo sitio, fue abandonado por su madre y trasladado a un orfanato. Pero Grenouille desde muy pequeño no era como los demás niños, pues poseía un sentido del olfato excepcional. Tras su estancia en el orfanato y su posterior trabajo como curtidor, pasa a ser el aprendiz de un célebre perfumista, quién le enseñaría todo sobre las esencias. Y será a partir de ese momento en el que Grenouille se obsesione por crear un perfume que capte la belleza de las mujeres.

Cuando más arriba he mencionado que acorde a mi criterio, si tuviese que clasificar la cinta entre uno de los tres grupos en los que a adaptaciones se refiere lo haría dentro de la categoría “el libro es mejor que la película”, la frase no afirma tajantemente que se trate de una mala adaptación. Todo lo contrario. He quedado sorprendida para bien de que todos los hechos relevantes de la novela estuviesen presentes en el film y no se sintiesen forzados. El germen de la historia está ahí, con un pequeño pero. Algo que la novela hacía de forma magistral era transportar al lector a todo un mundo de olores, tanto olores agradables como hedores nauseabundos. Y la película, salvo en ocasiones muy puntuales, no logra el mismo efecto envolvente para el olfato que sí conseguía la novela.

El Perfume: Historia de un Asesino

Al estar frente de un relato audiovisual, el director y co-guionista Tom Tykwer se apoya mucho en las imágenes, como es habitual en los trabajos suyos. Es por ello que consigue plasmar una Francia sucia y desagradable en la que uno casi puede palpar la contaminación en el aire y una inmundicia a lo largo de diferentes ciudades y personas. Aunque este apoyo visual no funciona tan bien cuando se trata de entornos más atractivos.

Pese a que las imágenes pueden llegar a ser efectivas en su mayor o menor medida, dos de las grandes virtudes añadidas son el montaje y el uso de la voz en off. El primero porque consigue insuflar cierto dinamismo en a escenas muy concretas y ser atractivo para el espectador, y el segundo porque a pesar de su gran uso durante el inicio del film (empleada sobre todo como herramienta de contexto debido a que en la novela la narración es en tercera persona), posteriormente logra secuencias muy interesantes entre los actos de Grenouille y la voz que acompaña a esas acciones.

Otro de los puntos temáticos presentes en la novela y que la película trata a la perfección es la misantropía del protagonista. Entre su don, la vida que le ha tocado vivir y la sociedad en la que se encuentra, no es de extrañar que le haya cogido cierta aversión a sus semejantes y tenga ciertos aires de superioridad. Pero también me gustaría hacer hincapié en la sociopatía que deriva de su misantropía. No en vano, el subtítulo indica que se trata de la historia de un asesino, y en particular de uno que no tiene en cuenta las leyes morales ni a las personas, solo un sombrío propósito. Jean Baptiste Grenouille es un sociópata de los pies a la cabeza, y a pesar de conocer todo su trasfondo, resulta difícil empatizar con él a diferencia de lo que ocurría con Dexter.

El Perfume: Historia de un Asesino

Creo que el gran mérito del retrato que se hace de Grenouille es gracias al actor que lo interpreta, Ben Whishaw. Quizá haya gente que lo califique de poco expresivo o de que ofrece una actuación muy introvertida, pero al fin y al cabo, estamos hablando de un sociópata que odia a los seres humanos y solo tiene como objetivo conseguir un perfume muy especial. La compasión y la empatía no tienen cabida en su interior y Whishaw lo deja muy claro con su actuación. Y se ve que el director quedó conforme con su trabajo, ya que unos años más tarde ambos volverían a trabajar juntos en El Atlas de las Nubes. Me gustaría hablar con la misma profundidad del resto de personajes, pero sus papeles son más episódicos que otra cosa, aunque todos cumplen con lo que se les exige.

En resumen, sabe plasmar muy bien los temas de la novela en un modelo audiovisual. Sin embargo, tengo que añadir que al igual que su material de partida, no es para todos los gustos. Si eres una persona muy sensible o un espectador al que no le gustan en exceso las metáforas, me abstendría de recomendar esta película. Si por el contrario eres una persona a la que estas dos últimas características no le afectan en exceso, posiblemente la cinta sea una de las más interesantes que se han hecho en Europa durante este siglo.

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