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Como sobrevivir a una película de terror

Hace unos días celebramos Halloween, fiesta americana que poco a poco se va acoplando a nuestro país, y que a mí, sinceramente me ha sorprendido un poco… Así que me dejé llevar por las masas y decidí intentar vivir una experiencia de adolescente americano medio y demostrar, a su vez, que aquí, esa fiesta no pega. De esa forma elaboré lo que he llamado… Como sobrevivir a una peli de terror a la española

 

Para ello necesitamos:

1 Casa abandonada y a tomar por culo.

1 Quáter back del equipo de la universidad. Lo que aquí equivaldría al delantero del equipo de futbol.

1 Novia buenorra jefa de las animadoras para el quáter back (Suelen ser un pack 2×1). Aquí nos valdría, la típica que lleva practicando sexo desde los 14 años debido, mayormente, a los problemas afectivos con su padre.

1 El gordo de los Serrano.

1 Un tío de relleno.

Una vez que tenemos todo esto, solo hay que dejarse llevar por la situación, y tendremos, en teoría, una aventura de Halloween. Fácil, sencillo y para toda la familia…

Para empezar, pasamos horas atrapados en la carretera, por culpa de lo que se conoce como operación salida, expresión que sorprendentemente no tiene nada que ver con tetas, silicona y mi vecina de enfrente, y que por supuesto aprendí después de pasar 2 horas ‘encallao’ entre la puerta del coche y el gordo de los Serrano. Cuando por fin conseguimos llegar al lugar, Kevin (que no es Kevin Smith sino Er Kevin) aparcó justo delante de la puerta, bajamos del coche, y allí estaba, una caseta de mierda, que se caía a trozos, y envuelta por la maleza como si Eduardo Manostijeras, se hubiera podado un picadero en un matojo. Con este paisaje, ya se podía entrever un buen escenario de miedo…

La primera señal no se hizo esperar, nada más abrir la puerta, y en sangre aun fresca estaba pintado en la pared “Tu bas a ser el sigiente”. Todos comenzaron a gritar, yo intenté poner calma, El gordo de los Serrano fue a mojar el dedo por si era Ketchup… un caos. En ese momento yo no tenía mucho miedo, todavía, si lo pensaba fríamente, había pagado una señal para reservar aquello, y si nos íbamos ahora, la perderíamos, y claro una cosa es ser precavido, y otra ser tonto. Además, estaba claro que el “asesino” era un inadaptado social, que no habría acabado ni la ESO, dada la ortografía, y que no se había tomado la molestia ni de saber cuántos éramos; pues era una amenaza en singular, y éramos 4, digo 5… bueno 7 con el de los Serrano, pero yo lo tenía claro, ahí había ido a jugar…

A la mañana siguiente, unos gritos me despertaron, la Jenny descubrió el cadáver del chico de relleno, y el de un hombre negro, el primero no estaba muy claro que estuviera muerto, pues tenia la misma expresión que siempre, y en el segundo había clavada una nota en la que decía ”Que sea la ultima bez que tenga que traer yo al típico negro, que muere el primero”, parece ser que era un tipo de costumbres, un tío de los de pelis de terror de toda la vida… lo malo es que a esas horas el hambre apretaba, así que fuimos a desayunar y luego ya veríamos. Llegamos a la conclusión de que en la casa seguíamos siendo 7, y salvo que por sorpresa descendiera un plasma del techo, y apareciera la Milá, diciendo que había que nominar (yo por si acaso, tenía mis puntos ya repartidos), solo habíamos cambiado a un tío de relleno, por un psicópata-asesino-destripador-analfabeto, ahora la cuestión era huir, o aprender a convivir.

Durante el día, me dediqué a seguir unos consejos fáciles y prácticos para evitar males mayores, como son, entrar al menor número de habitaciones posibles, por eso del efecto entra-y-cierra-que-te-espero-pegado-en-la-pared, y si por lo que fuera tenía que abrir un armarito con espejo, no lo volvía a cerrar, y evitaba de esa forma encontrarme la cara del malhechor detrás de mí, cuchillo en mano… Tampoco me hice el héroe, nada de abrir botes con la tapa dura, ni apurar las fechas de los yogures. Y no hay que olvidar lo de no separarse del grupo, pero aquí con el gordo de los Serrano, lo difícil era eso… Aun así, fue inevitable perder al Kevin y a la Jenny.

Aparecieron reventados dentro de su habitación, desnudos (que para ser una película española no se habían visto casi tetas), al parecer el malvado les puso “el panamericano”, en modo repeat, hasta que se les licuo el cerebro y lo acabaron derramando por las orejas.

En ese momento me di cuenta que había que sobrevivir como fuera, el afán de compañerismo en las pelis americanas está sobrevalorado. Solo quedábamos 3, el gordo de los Serrano, y yo. Estaba claro, tenía que buscar la situación idónea, y aplicar la táctica “Bola vaaaaa”. Solo faltaba que el asesino nos persiguiera. Tuvimos que esperar más de lo que me hubiera gustado, pero ya se sabe de la ineficiencia en el trabajo de los españoles. Pero al final llegó, tras una serie de imprudencias y acciones desatinadas por nuestra parte, el psicópata comenzó a correr detrás nuestro, cuando subíamos por las escaleras, aprovechando que El gordo de los Serrano se había tropezado (como no), era el instante en el que había que recurrir al “Bola vaaaa”. Así que a grito de “A toda mechaaaa”, lo empujé escaleras abajo, provocando el temido efecto Indiana Jones y el templo maldito. Eso me dio tiempo para salir fuera de la casa.

Ahora que estaba solo, experimenté una de las leyes físicas e inquebrantables, mas importantes de las películas de terror: “Espacio y velocidad son relativos según el rol que estés desempeñando”. Es decir, no importa cuánto espacio recorras, ni a qué velocidad, el malvado asesino siempre te acabara atrapando yendo este andando… Ahí fui listo, y no me esforcé, la idea era llegar al coche, que siendo esto España, estaría aparcado en la puerta, y no a tomar por culo como en EEUU ahorrándome el angustioso trayecto por el bosque… Pero no fue así como siempre, si algo puede salir mal, saldrá, y en las pelis de terror, este echo se multiplica por 2, Kevin olvidó poner el freno de mano, y ahora iba a experimentar en mis carnes otra ley impepinable, relacionada con la anterior: “Misteriosamente en estos momentos de huida, el alcohol en sangre sube y perdiendo la verticalidad tropiezas varias veces y caes al suelo otras tantas”, por lo que si el coche está demasiado lejos, a veces es mejor esperar directamente el cuchillazo… Aun así, yo le eche valor, y paciencia claro, y conseguí llegar al coche donde me hice alguna pregunta como, ¿por qué coño en las pelis de miedo que se desarrollan en mitad del monte siempre cierran el coche?; ¿Quién piensas que te lo va a robar?

Ahora llegó el momento de sacar las llaves y… mierda estas son las llaves de casa, estas las de la moto, las del apartamento, las del jet privado… a no que estamos en España… las del buzón, el candado de mi diario de Hello Kitty … donde coñ… oh, por fin, las del coche… llaves al suelo, no atino, llaves al suelo, no acierto, debe ser la borrachera de la persecución y ahora sí, abro y a dentro!. En el interior, y aparentemente seguro, primero puse la radio, ajusté los retrovisores de fuera, el asiento, me puse el cinturón, el contacto, arranco, luces de cruce, marcha atrás y de reojo, vi como estaba el psicópata listo con la chorr… digo… listo con el cuchillo en la mano, ¿pero cómo? el coche del Kevin es 2 puertas… y joder, ¿qué educación es esa?, ¿no ha visto lo que me ha costado entrar? ¿no me podía haber abierto desde dentro? No importa, ya nada me importaba, así que lo ignoré. Parece que esa fue la solución, el esperaba rezagado en el asiento de atrás, a que me girara, gritara y asestarme un golpe con el cuchillo, peeeero, no lo hice, así que creo que no supo que hacer.

Y bueno, desde entonces, ahí está en el asiento de atrás, se que mientras no me gire, no pasara nada, a veces le echo algo de comer, porque me sabe mal… y otras intento establecer alguna conversación lanzando preguntas al aire, pero no me contesta… Nunca se sabe las ventajas que puede tener llevar un desequilibrado asesino en el asiento de atrás.

Otro día seguiré con la guía de cómo sobrevivir a…

Autor/a
(AKA )
Descripción: Amante del cine en general, menos de las pasteladas romántico-comerciales en las que sin previo aviso suele gritar un “¿Pero qué coño es esto? Si considera que una película es mala, no duda en reventar el final o el guión, según esté ese día, quedáis avisados. Autobiografía: De pequeño un señor me dio una calcomania en la puerta del colegio, yo me la puse pero el LSD estaba mal cortado, de ahí me viene todo. Frase: “Todavía busco la película que me haga llorar”.
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