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Amanecer de Murnau

Tras el largo parón que he hecho en cuanto a la escritura sobre el cine clásico en Filmfilicos, vuelvo con muchísimas ganas para hablaros de nuevo, y por última vez (aunque en el fondo me duela), del gran F. W. Murnau. Hoy le toca el turno a Amanecer (1927), una de las películas más trágicas del director alemán.

Sin embargo, pese a la nacionalidad del director y de toda su filmografía anterior, Amanecer fue una producción estadounidense. Tras un largo recorrido de películas expresionistas, Murnau acabó desbordando su talento también en los Estados Unidos, consiguiendo, únicamente, hacer cuatro películas más: Amanecer, Los cuatro diablos, El pan nuestro de cada día (City Girl, no confundir con la película de King Vidor, traducida con el mismo nombre) y Tabú, un film documental que contaba con Robert J. Flaherty, documentalista famosísimo por haber dirigido Nanook, el esquimal, conocido como el primer documental de la Historia del Cine. Por desgracia, la filmografía de Murnau se vio interrumpida tras su muerte en un accidente de coche que conducía su novio filipino. Con lo joven que era todavía Murnau cuando murió (42 años), ¿alguien se imagina cuántas joyas cinematográficas, mudas o sonoras, podría haber hecho aún? ¿Alguien se da cuenta de la magnitud de la tragedia, y de todo lo que perdimos?

Continuando con Amanecer, es necesario presentarlo como un film dramático que combina magníficamente la comedia gracias a momentos cómicos que permiten dar un respiro al espectador, así como el gag de la estatua del estudio del fotógrafo (atención a la música –la original- que suena en esta secuencia, a ver si os suena al inicio de alguna serie posterior a este film), el de la escapada del cerdito de la feria, o el de la mujer a quien no paran de bajársele los tirantes del vestido. A pesar de estos momentos, el film está cargado de emociones dramáticas para el espectador. La película retrata la feliz vida de un matrimonio de granjeros que deja de ser dicho adjetivo con la llegada de una mujer de la ciudad que hará todo lo posible con tal de conseguir al granjero, aunque esto suponga tener que planear el fin de su esposa. Una película llena de engaños, infidelidades y envidias, pero también de perdones y felicidad.

Critica pelicula Amancer de Murnau

Si para Murnau es costumbre comparar siempre dos mundos (El castillo del Conde Orlok – el pueblecito alemán donde viven los Hutter en Nosferatu, el Cielo/Infierno – la tierra en Fausto, o el hotel – el barrio en El último, por mencionar sólo las películas a las que les he dedicado un espacio por aquí), en Amanecer no iba a ser menos. Para ello, hace un riguroso trabajo para comparar la ciudad con lo rural.

Para empezar, el ritmo de vida, ritmo que condiciona a todo el film. En la ciudad, podemos ver los coches pasando a cámara rápida, en todas direcciones, la gente corriendo entre medio de la carretera, la multitud…; mientras que en el pueblo se nos muestra la tranquilidad, los animales en el monte, las familias arropadas en un hogar… A su vez, Murnau se ayuda con imágenes encadenadas para mostrarnos las diferencias entre ambos lugares a la misma vez. La música también juega a favor de esto. Estridente y rápida en la gran ciudad, o en las secuencias donde se alude a ella (los encuentros a escondidas entre el hombre y su amante), y lenta y más dulce cuando se nos muestra el pueblo.

También cabe destacar la personificación de estos dos lugares. En la filmografía de Murnau, podemos ver como los males los personifica. Siempre hay un monstruo, en sentido literal o no. Para seguir con las películas ya analizadas, en Nosferatu el mal está personificado a partir de la imagen del vampiro, mientras que la bondad y la pureza nos la trae la joven Ellen, a la quien recae todo el peso del mal (recordemos también que para ello, antes sufre Hutter); en Fausto el mal es encarnado por Mefistófeles, mientras que la bondad podría ser Fausto (podría ser…); y en El último, el mal es la sociedad que acompaña al protagonista del film, el botones, que él vendría a ser la bondad, a quién recae el mal de toda aquella sociedad putrefacta que hoy aún estamos acostumbrados a llevar con nosotros. En Amanecer, la ciudad podría verse como el mal, lo perverso, lo oscuro…, mientras que el pueblo puede verse como la bondad, lo acogedor, lo tranquilo… Está claro que son las mujeres quienes lo personifican. La mujer de la ciudad simboliza la ciudad, obviamente, y la mujer del campo el campo. Y para seguir con las comparaciones, las caracterizaciones (a nivel visual e interior de los personajes) de las mujeres son totalmente contrarias. La mujer de la ciudad es extrovertida, viste de negro y a la última moda, tiene el pelo negro, corto y suelto y lleva mucho maquillaje. Una femme fatal. En cambio, la mujer de pueblo es introvertida, entregada únicamente a su marido y a su hijo, viste con colores claros y ropa sencilla, es rubia con el pelo largo y recogido y no lleva maquillaje (más allá del maquillaje típico del cine mudo). Mientras la mujer de la ciudad sueña con todo tipo de lujos, la del pueblo únicamente sueña con poder estar con los suyos y hacer por ellos todo lo que esté en sus manos, vayan bien o no las cosas en casa. Una piensa en el placer, en su propio placer, y la otra piensa en los demás y en el bienestar de todos.

Crítica película Amanecer de Murnau

La iluminación también ayuda a reconocer quién es el bien, y quién es el mal. Sobre la mujer del pueblo, la iluminación suele ser plana, sin muchas sombras que remarquen su rostro ni oculten algo, mientras que la iluminación de la mujer de la ciudad es más oscura, con más sombras y contrastes. De igual manera, las escapadas del hombre también están iluminadas de la misma manera. Destaquemos también la utilización de los paisajes. Ya no sólo por cómo se nos muestra la ciudad y el campo, si no por cómo nos describen la situación narrativamente. El hogar del matrimonio como un lugar pequeño pero acogedor, de piedra, sin ningún tipo de ornamento que cargue el lugar (que también podría relacionarse con el vacío que hay entre la pareja); mientras que las escapadas del marido tienen su punto tenebroso, misterioso, oscuro… ya que los amantes siempre se encuentran de noche en el bosque, un bosque lleno de niebla y árboles retorcidos que no nos dejan ver con claridad todo aquello que sucede entre ellos, como si se escondieran porqué ellos mismos ven que lo que hacen está mal hecho. Cabe destacar además cómo los movimientos de cámara lentos en estas salidas nocturnas del marido enfatizan la sensación de peligro, siguiéndole y creando falsos planos subjetivos; así como también es necesario exponer la tipología de los planos que el director elige para cada situación: planos amplios para mostrar la desolación de la mujer, el malestar del matrimonio o su alejamiento entre ellos, los planos cortos para enfatizar los sentimientos de éstos, los planos que se acercan sigilosamente a los amantes en las secuencias de sus encuentros fortuitos… todo está estudiado.

Y con estos escenarios, hace falta hacer una alusión al expresionismo. Porqué a pesar de ya no formar parte de este movimiento artístico, Murnau todavía deja huella de ello en el film gracias a la iluminación o a los espacios como el bosque, pues aunque no lo parezca, se tratan de decorados falsos que construyeron para rodar. Las casas del pueblo podrían todavía recordar a algún pueblecito como el de la película de Fausto. Y el uso de pantallas como falso escenario y las técnicas como los encadenados o las apariciones casi fantasmales (no olvidemos el recuerdo de la mujer de la ciudad que tiene el hombre en su casa, viéndose como ella lo abraza por detrás, casi transparente, como si fuera un ser sobrenatural, por lo tanto, malo) eran efectos muy utilizados en la Alemania Expresionista. Y aunque Murnau vuelva a dejar apartados a los monstruos y personajes mitológicos, creo que queda claro quién se lleva el papel de personaje malévolo.

Amanecer de Murnau

Poco más hay que decir del maestro Murnau. Un genio que cosechó grandes películas de las cuales hoy todavía podemos recordar y visionar, a pesar de su temprana muerte. Ha sido un placer enorme poderle dedicar cuatro escritos a este cineasta, y espero poder haber llegado al lector de manera que le hayan podido entrar ganas de dedicar unas horitas a este cine. En Filmfilicos, pronto volveremos con un nuevo director de la época de los años 20…

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