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La vida de Calabacín - Filmfilicos, blog de cine

No es la primera vez que hablo de cine de animación por estos lares. Con la gran cantidad de cine que hay al alcance del público es normal que haya varias técnicas animadas hoy en día con las que se pueden crear historias increíbles. Y entre lo que he comentado había películas de animación tradicional como por ordenador, y, sin embargo, no había tenido ocasión de hablar de alguna cinta que emplease el stop-motion, hasta ahora.

Basada en la novela de Gilles Paris, cuenta como un niño llamado Ícaro (o como lo llama su madre, Calabacín), debe irse a un orfanato después del fallecimiento de su madre. Ahí conocerá a otros niños de su edad en una situación peor que la suya, pero pese a sus vidas pasadas todos acabarán convertidos en una pequeña familia.

A la hora de hablar de animación, lo habitual es pensar que el publico objetivo son los más pequeños. Al fin y al cabo, los dibujos suelen apelar al público más infantil. Sin embargo, esta creencia es muy errónea, pues hay un vasto mundo de animación para adultos. Yo misma he pecado de este prejuicio en este caso y me gustaría disuadir de ese pensamiento a los que se aventuren a verla.

La vida de Calabacín

Desde la escena inicial queda claro que el drama va a estar muy presente durante todo el metraje con una buena declaración de intenciones. Y cuando los niños del orfanato se ponen a hablar de las razones por las que han acabado en dicho lugar incluyen homicidio, suicidio, drogadicción, alcoholismo, deportación y cárceles, es el indicativo perfecto para saber que la historia está más destinada a los adultos. Es fascinante de contemplar como todo es drama que golpea como una piedra está bien tratado sin llegar a la lágrima fácil. Pero es todavía más fascinante como de las escenas o incluso de los diálogos más dramáticos pasan a una escena mucho más cómica con la que es inevitable esbozar una sonrisa, y todo de forma muy natural sin que al espectador le resulte extraño.

A pesar de que todos los niños del film tengan un contexto tan trágico, todos tienen una manía, peculiaridad o actitud con la que se le coge cariño con rapidez. No todos tienen el mismo desarrollo, pero todos consiguen aportar un pequeño granito de arena a darle un entorno acogedor a la situación por la que están pasando. Y por supuesto, también hay personajes que solo existen para que se les pueda odiar por su condición de antagonistas, aunque de forma muy justificada.

La vida de Calabacín

Respecto a la animación, se trata de un stop-motion muy sencillo. Nada que ver con los grandes medios empleados por estudios como Laika y su último trabajo, Kubo y las dos cuerdas mágicas o algunos de los trabajos más recordados en los que ha estado involucrado Tim Burton. No se trata de una técnica tan depurada, pero en lo personal me ha recordado a los proyectos más tradicionales de calidad procedentes de Europa como Wallace y Gromit. E incluso tiene objetos muy conseguidos como el hielo, la nieve o toda una escena que se desarrolla en el tren del terror.

Como contrapunto, diría que el principal problema es que no se plasma adecuadamente el paso del tiempo, lo que en varias ocasiones puede resultar problemático. Eso y que el cambio entre escenas podía ser un tanto brusco. Por todo lo demás, no deja de ser un relato que mezcla a la perfección el drama y la comedia sobre unos niños para los adultos.

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