The Guilty

A medida que llega el fin de año, es momento de hacer balance sobre lo que han dado de sí los últimos doce meses. Las tan famosas listas sobre lo mejor y lo peor del año copan titulares, e incluso surgen listas más curiosas con la excusa de reivindicar títulos. Una de esas listas que viene bien para destacar películas que pueden haber pasado algo más desapercibidas para el gran público es la prelista para la categoría de película de habla no inglesa de los Oscars, y que, por tanto, puede tener opciones de llevarse la estatuilla en febrero.

Asger Holm es un agente de policía relegado temporalmente de su puesto a operador de llamadas de emergencia. Durante su turno, recibe una llamada de una mujer pidiendo ayuda desesperadamente. Pero Asger pronto caerá en la cuenta de que la mujer al otro lado de la línea ha sido secuestrada y hará todo lo que esté en su mano por ayudarla.

He de reconocerlo, tengo especial debilidad por las películas cuyo argumento se desarrolla en un espacio limitado y con pocos personajes, especialmente si se trata de thrillers. En este caso, solo hacen falta unos teléfonos, un ordenador, cuatro paredes y un actor para contar una historia y tener al espectador pegado a la pantalla hasta el último minuto. Bastaría conque uno de los pilares no funcionase para que todo el trabajo se cayese. Por fortuna, todo está perfectamente medido para provocar las sensaciones buscadas.

El gran punto a favor de la cinta es jugar de manera continua con la sugestión. Al solo tener contacto por vía telefónica con Iben, la mujer que emite la llamada, uno solo puede imaginarse lo que está ocurriendo, aunque todo sea dicho, el diseño de sonido está muy bien diseñado para crear toda una situación envolvente y darle realismo. Y es que, en ocasiones, el dejar que la imaginación vaya por libre y se cree sus propias imágenes es incluso peor que el verlas con total y absoluta certeza, por lo que esa angustia y esa impotencia que siente el personaje de Asger también la siente el espectador, que va desentrañando las piezas del puzle de manera simultánea.

Para colmo, en esta historia nada es lo que parece a simple vista (o en este caso, mejor dicho, a simple oída). Lo que en un principio parece algo simple y fácil de deducir consigue sorprender cuando la situación da un giro muy potente que descoloca tanto a Asger al otro lado del teléfono como a quien está viendo el desarrollo de los sucesos. Evidentemente, no quiero reducir la película a un giro de guion, pero sí quiero resaltar su capacidad de sorpresa y la lección que da de que nunca hay que dar las cosas por seguras, pues los prejuicios y las suposiciones no siempre se corresponden con la realidad.

En el centro de todo el meollo de encuentra el ya mencionado Asger Holm (excelentemente interpretado por Jakob Cedergren), alguien que paradójicamente quiere ayudar a todo el mundo y, sin embargo, no es capaz de ayudarse a sí mismo. Si bien su perfil se corresponde con el prototípico agente de policía cuya vida personal es una miseria y en cambio se dedica en cuerpo y alma al caso que tiene delante de sus narices. Pero no se presenta como una persona antipática, pues su determinación y su rabia son palpables, similar al papel de Jake Gyllenhaal en Prisioneros.

Si puede haber un momento punto de bajón respecto a la tensión, pero durante todo el metraje está muy medida, casi tanto que hasta el último instante uno no sabe como va a terminar todo. Solo después de que aparezcan los créditos uno puede volver a respirar y dejar de clavar las uñas en el asiento.