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Todavía no soy una persona real

Podemos enfrentarnos al reto de crecer de dos formas: deprimiéndonos mientras nos zampamos un bol de palomitas a solas, o deprimiéndonos con un montón de helado para después reírnos de nuestra patética depresión (yo siempre elijo esta segunda opción). Porque, enfrentémoslo, por muy “Alegría” que aparentemos ser en nuestras oficinas, a ninguno nos encanta la idea de que la palabra “hijos” deje de rimar con Belcebú y, menos aun, de dejar atrás ese seguro muelle de salvación que encontramos en nuestros cansados progenitores.

Afortunadamente, el mundo audiovisual de los últimos tiempos también siente esa misma angustia; esa mini taquicardia que nos da a todos cuando nos damos cuenta de que ya no somos estudiantes (o de que nunca lo hemos sido). Películas como Frances Ha, Oh Boy o, la española Hermosa Juventud, y series como Girls o Broad City narran, ya sea en tono dramático o de humor, esa angustia generacional que, aunque desde puntos de vista y circunstancias diferentes, nos hace identificarnos con ella desde un mismo lugar: el borde del abismo en el que nos fijamos cuando nos convertimos en adultos.

Pobres, ricos y ricas, cínicos y cínicas, egocéntricos y egocéntricas, indies y blogueras de moda…Casi todos sentimos durante nuestra veintena/treintena (se puede alargar hasta el infinito) esa sensación de indefensión ante la nada y el todo; es como si en nuestras cabezas resonase la frase lapidaria que le promulga la madre de Hermosa Juventud (Jaime Rosales, 2014) cuando su hijo se niega a hacer los deberes: “Nunca vas a recuperar estos años”.

¿Por qué estáis tan tristes?

Me encantaría reunir en una terapia de grupo a Hannah, Frances, Niko, Ilana, Abbi, Natalia y Carlos para preguntarles: ¿Por qué estáis tristes? ¿Es que no estamos en el mejor momento de nuestras vidas? ¿Es que no deberíamos estar emborrachándonos en algún lugar del mundo y tirándonos a quien nos dé la gana? Somos jóvenes, sanos, nuestros padres nos han dado un techo durante nuestra primera veintena, ¿qué ocurre en nuestras cabezas? ¿Qué nos hace falta para saltar?

Puede que entonces Natalia, la melancólica joven veinteañera de la preciosamente real Hermosa Juventud, nos conteste con un grito: “¡Porque somos pobres!”. Todos asentarían y Frances, la adorable rubia despeinada de Frances Ha (Noah Baumbach, 2012), le contestaría –mientras se come unas patatas grasientas de bolsa- que, aunque está de acuerdo en que el dinero es una de las principales razones de su tristeza, cree que también influye su incapacidad para NO hacer todo lo que dice que va a hacer.

Niko, el guaperas solitario y ex hijo de papá rico de la alemana Oh Boy (Jan Ole Gerster 2014), intervendría por primera vez alegando que él podría elegir una vida sin precariedad volviendo a la universidad, pero quiere ser un bohemio que apenas pueda costearse un alquiler en Malasaña. Y que no sabe qué hacer con su vida, claro, por lo que tampoco le valdría ser rico.

Al otro lado de la sala, nuestras tres chicas de oro: Ilana, Abbi de Broad City (Ilana Glazer, Abbi Jacobson, 2014), y la querida y a la vez odiada Hannah de Girls (Lena Dunham, 2012) nos contarían que sus complicadas y frívolas vidas sexuales y no sexuales en Nueva York son la causa de sus constantes berrinches.

¿Y yo qué les diría a todos? ¿Tú qué les dirías a todos? ¿Les escupirías por estar tristes y faltarles el respeto a personas que tienen más derecho a estar tristes que un veinteañero ególatra? Puede que les digas: somos jóvenes, vivamos, acostémonos con mucha gente diferente, echémonos una pareja decente, busquemos un trabajo en una oficina (¡y empecemos a cotizar!). O mejor: no seamos jóvenes más.

Seamos adultos.

No en el sentido de centrarnos únicamente en el futuro (boring), sino de intentar hoy, por fin, ser esa persona que hemos ido construyendo y que ya estamos empezando a trazar en nuestro librito blanco del chino.

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1 respuesta en este artículo
  1. Ay… Yo les (me) diría que cuando dejemos de esperar a que lleguen las cosas que esperamos, cuando dejemos de esperar y vivamos, dejaremos de ser #ForeverBoring. ¡Muy bueno! Me apunto nuevas pelis para ver cuando se puedan volver a usar las batas, que es como mola ver estas pelis 🙂

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