Violette
Hay casos en los que las películas nos cuentan una historia más o menos bien construida, con más o menos atractivo o que producen más o menos interés. Después hay otros casos, de agradecer dicho sea de paso, en los que además de disfrutar de la película en sí, ésta nos abre una ventana a conocer nuevos personajes que permanecían a la sombra de la historia o dicho más propiamente, a la sombra de nuestro conocimiento. Estas películas son regalos y si además, tanto lo que nos cuentan como lo que nos descubren está realizado de modo exquisito pasan a ser regalos de los que se llevan para siempre en un lugar privilegiado de la memoria.
Martin Provost realizador de Séraphine, película por la que ganó siete premios César en 2009, en la que la protagonista era la pintora francesa de estilo naif Séraphine Louis, presenta su nueva película Violette. En ella se narra la historia real de Violette Leduc escritora que llegó a la fama de la mano de Simone de Beavoir quien fue su mecenas.
El director vuelve a presentarnos con su última propuesta a un personaje interesante como pocos. Atractivo en su personalidad como ya lo hizo con Séraphine. Ambas películas resultan hipnóticas, estéticas, con unas imágenes extremadamente bellas, pero mientras que en la primera la belleza volaba de un modo casi místico en Violette todo se vuelve más carnal.
La personalidad extrema, insistente y depresiva de la escritora se refleja en cada plano, oscuro, terrenal, duro. La pasión y la rudeza están concentradas en cada encuadre. Ciento treinta y nueve minutos de atracción pura. La magistral interpretación de Emmanuelle Devos no deja lugar al sopor en ningún momento. Su intensidad impregna cada capítulo de la historia cubriendo con ella a todo su entorno, sus amores, sus decepciones y sus traumas encarnados, sobretodo, en la relación que Violette mantiene con su madre.
Una película que sin lugar a dudas no dejará indiferente a nadie.
