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Aquellos que me lean desde hace un tiempo pueden intuir con cierta facilidad mis gustos o preferencias. Al fin y al cabo, hay cosas a las que uno no se puede resistir. En mi caso, si me ponen delante una película coming of age con toques sobrenaturales me han ganado por completo, aunque los resultados luego no siempre sean los esperados. Hoy os hablo de Wildling.

Anna es una chica que se ha pasado su vida encerrada en una habitación aislada del mundo y bajo el cuidado de un hombre al que ella se refería como “papá”. Cuando a Anna la liberan, la agente de policía Ellen Cooper decide acogerla momentáneamente en su casa, pero durante ese tiempo Anna descubrirá secretos sobre sí misma relacionados con las historias que le contaba su padre.

Si uno tiene cierto bagaje audiovisual y narrativo, no le será difícil deducir el camino que puede seguir esta historia. Y ciertamente comienza de forma muy prometedora, como si de un cuento se tratase: Advirtiendo a la niña pequeña encerrada en el ático sobre unas criaturas aterradoras mientras en el exterior una fuerte lluvia cae. Podría recordar a ese prólogo clásico de los cuentos de hadas, solo que no tarda un coger un tono más oscuro y macabro para Anna. Es a partir de ese prólogo tan interesante cuando Wildling deja de forma momentánea esa aura de cuento fantástico para adentrarse en un terreno más mundano sin perder el foco en su protagonista.

Wildling

Al salir al mundo exterior, Anna prácticamente esta descubriendo un mundo nuevo al que adaptarse. A pesar de que ya es una mujer por mucho que se haya querido evitar eso, en el fondo sigue siendo una niña. Es capaz de adaptarse rápido al nuevo entorno, pero en su aventura por adaptarse tendrá sus momentos más cómicos, muchos de ellos gracias a Ray, el hermano de Ellen. Pero y tal como se va descubriendo, que el hombre del inicio tuviese cautiva a Anna no es puro capricho, y sin entrar en el farragoso terreno de los spoilers, al final del día el lado más salvaje de las personas no se puede reprimir, y menos si lleva durante un tiempo amenazando con aflorar, como ya se pudo ver en Crudo o Thelma, entre otras.

Es interesante de ver esa dualidad en Anna. Por un lado, es una niña inocente y algo asustadiza con casi ninguna noción del mundo externo más allá de lo que le hayan contado o haya leído en libros. Pero, por otro lado, tiene una fuerza interior y una determinación animal cuando quiere mostrarlo. Y ambas partes interpretadas perfectamente por su joven actriz Bel Powley, que con esos ojos tan claros y tan grandes logra sacar el mayor partido a su expresividad y transmite todos sus estados de ánimo. Resulta igual de interesante la relación que tiene con el hombre al que llama padre, interpretado por Brad Dourif, ya que tiene más de un paralelismo con Déjame entrar.

Wildling

Otro punto a favor de Wildling tiene que ver con su aspecto visual. La fotografía en las escenas de los bosques o aquellas en las que abunda más la naturaleza es una delicia y le da esa atmósfera de cuento oscuro. La mitología, pese a que no se desarrolle por completo, ofrece la suficiente información para mantener al espectador interesado y ser coherente con lo que cuenta. Y desconozco si el aspecto de las mencionadas criaturas es a base de maquillaje, de efectos especiales o una fusión de ambos, pero está francamente logrado creando a esa propio ser que, puede tomar inspiración en algún personaje conocido y se las arregla para hacer algo más o menos novedoso.

Lamentablemente, el contrapunto negativo de Wildling viene de parte de su tercer acto. Con todo lo que han ido narrando hasta ese momento, su cierre en cierta forma supone una ruptura con lo anterior donde prima la acción. Y sí, hay cierta tensión dramática, pero considero que en el resto del metraje está mucho mejor construida. Aunque para ser la ópera prima de su director y contar con un reducido presupuesto, el resultado no es nada desdeñable. Desde luego tiene historias que contar, solo le hace falta pulirlas un poco.

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