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Fausto película de Murnau

Tras un largo parón sin escribir, vuelvo a mis andanzas con tal de hacer resurgir del baúl de los recuerdos a ese cine clásico al que hoy en día le debemos tanto. Le debemos sus historias, las ideas que aportaban, sus técnicas, su lenguaje fílmico… En fin, le debemos el Cine, en mayúscula.

Fausto cine clasico

Después de escribir sobre el film mudo Nosferatu, vengo con una película de su mismo director, Friedrich Wilhelm Murnau, de 1926 y con un “monstruo” también como protagonista, o antagonista. La película en cuestión es Fausto, una adaptación de la obra literaria de Goethe llena de espectaculares efectos visuales de exuberante belleza.

Igual que en la historia de Goethe, Fausto es un hombre mayor conocido por su sabiduría que, sin embargo, no ha vivido la vida. Encerrado siempre entre libros y probetas, un día será tentado por la magia de Mefisto, un demonio que promete darle todo lo que él quiera si le firma un pacto con sangre. De esta manera, comienza una aventura llena de magia negra, riquezas, placer, juventud, amor… y trampas.

Igual que Nosferatu y la mayoría de obras de Murnau, Fausto forma parte de la vanguardia del Expresionismo Alemán. Para ello, el director se arma con decorados retorcidos y con casas de medidas variantes e irreales, donde su máximo valor se ve en los planos generales, iluminación que forma en los personajes grandes sombras que separan la luz y la oscuridad, como si de las fuerzas del bien y del mal se tratara, planos picados y contrapicados para realzar el desequilibrio, maquillajes exagerados, extravagantes y malvados personajes, y maravillosos efectos visuales.

Y es que si hablamos de los efectos, esta es la película del director alemán con más presencia de éstos: demonios, apariciones y desapariciones, doblaje de personajes, alfombras voladoras, reflejos extraños, fuegos, niebla y mucha magia. Todo hecho a mano. Una belleza artesanal sin límites que deja al espectador sin palabras y con ganas de más, pensado con cada uno de sus efectos y cómo los debieron de hacer. Los cineastas de aquella época se las ingeniaban con tan poco que ahora mismo dan una envidia (“sana”) terrible. Es esa magia artesanal la que hace del cine algo próximo al hombre, embriagándolo de belleza y exquisitez, y llenándolo de imágenes más vivas que de las que estamos acostumbrados, pues a veces, no es la perfección de una máquina lo que nos gusta.

fausto-cine-clasico

Bajo la mirada de Dios y de Satán, del Bien y del Mal, y de la inocencia y de la maldad humana, Fausto recurre trágicamente a los temas del placer, el deseo, el egoísmo, la riqueza y el querer más y más. Sin embargo, quién sufre el mal de tantas tentaciones y lujurias no es sólo nuestro protagonista Fausto, si no también aquello que le rodea y ama. Y es que aunque Mefisto da todo lo que su amo quiere, éste no sabe administrarlo todo bien.

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En cuanto a la adaptación, tenemos que comprender la dificultad que ello aportaba. Si la obra de Goethe era únicamente diálogo, con mínimas descripciones de escenario y acción para ubicar al lector, Murnau tuvo que aportar a su película la imagen de toda la obra, y restarle muchísimo diálogo (primero porqué la película es muda, obviamente, y segundo porque el libro es diálogo tras diálogo, y una película así no la acabaría viendo nadie a no ser que la dirigiera algún director como Ingmar Bergman , el cuál quizás podría habérselas apañado para conseguir un film de calidad con diálogos afortunados). Sin embargo, el director se salió con la suya y lo adaptó de maravilla, haciendo que ningún diálogo sobrara y que las imágenes lo expresaran todo: el dolor, el egoísmo, el amor, la juventud… y deleitan al espectador con todas y cada una de ellas. Los personajes principales aparecen también sin más modificación que el paso de Martha, que si en el libro era la vecina de Margarita, la joven amada de Fausto, en la película pasa a ser la tía de la joven. Fausto y Mefisto siguen en la misma línea del libro: Fausto como un hombre acabado por culpa de la ciencia, que lo sabe todo pero más allá de ésta no ha disfrutado de su vida; y Mefisto sigue siendo el diablo atrevido, pícaro y “generoso” que nos mostraba Goethe, con sus maldades y trampas que un personaje como el suyo tiene que tener. Por supuesto, a su vez, la película prescinde de muchísimos personajes que aparecían en la obra original y que acaban de dar forma al descenso de Fausto a los infiernos, permitiendo así centrarse únicamente en lo realmente importante y en los temas a los que Murnau, y la historia en sí, quería recurrir.

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Emil Jannings, actor que ya trabajó con Murnau en el 1924, en el film El último, interpreta a Mefisto con una interpretación magistral, llena de gestos y miradas que (casi) dicen más que todo el diálogo de Goethe. Enfundado tras una transformación con una larga capa negra, un sombrero y una espada, el Diablo tiene en este film una presencia espectacular, rozando lo macabro y seductor a la vez, donde si al principio, con su aspecto desaliñado, no todos aceptarían hacer un pacto con él, con su nuevo look uno ya se lo pensaría más, seguro. El mismo cambio interesante hace el Doctor Fausto: de ser un hombre mayor, con larga barba blanca y recluido en estancias llenas de libros, pasa a ser un apuesto y gallardo mozo (para la época, supongo) que parece haber salido de una película de princesas de Disney. Y con esto, el mito de Fausto se convierte en una especia de cuento de hadas donde un príncipe tiene que ir en busca de su princesa, una joven hermosa de trenzas largas y rubias llamada Gretchen (o Margarita) que, a pesar de caer rendida a los encantos de su pretendiente, necesita un pequeño empujón de Mefisto (y joyas) para acabar de decidirse.

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Y es que no es sólo Fausto quién desea fortuna, belleza, juventud, etc., si no que, no de forma tan evidente, también lo desea su amada y los demás personajes del film, convirtiendo así la narración en una crítica al ser humano, a su egoísmo, a su necesidad de tener siempre más, y al hecho de nunca estar contento con lo que tiene.

Y con todo esto, y sin olvidar el bellísimo final que contiene la película, entre efectos y las últimas palabras, me toca despedirme no sin antes recomendar totalmente esta película. Por su historia, por sus temas, por su moraleja y por su espléndida belleza visual.

Puedes ver la película Fausto en:


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