El convento (St. Agatha) de 2018, es una película dirigida por Darren Lynn Bousman, en la que el terror que nos presentan no es precisamente algo sobrenatural. A pesar de que la premisa general habla sobre monjas y religión, la verdadera crueldad en esta historia proviene de los humanos.
En la pequeña ciudad de Georgia, durante la época de los 50, una joven mujer llamada Agatha (Sabrina Kern) escapa de su casa tras enterarse de que está embarazada y ser rechazada por su familia. Al buscar un refugio seguro para poder tener y cuidar a su bebé, llega a un convento que promete ser el lugar perfecto para sobrevivir. Sin embargo, las cosas no son tan simples como parece y con el transcurrir el tiempo, Agatha ira descubriendo los terribles secretos que esconde aquel lugar.
El terror de esta película lo llevan sobre los hombros los humanos, de manera más específica, las monjas que mantienen el convento y que están dispuestas a cometer todo tipo de atrocidades con esas madres solteras que llegan a buscar refugio. Por lo que, como idea general, resulta una historia interesante, diferente a lo común en el género. Su intención no es precisamente hacer critica y atacar a la religión, pero sí pretende dar cuenta de la crueldad de algunos hacía los más débiles o necesitados; todo ello sin dejar de lado que es un filme de terror, con sustos mezclados en la trama y ligeras confusiones que rodean lo sobrenatural sin soltar a la realidad.
La religión, que en muchas ocasiones protagoniza todo el terror de las historias del cine, aquí pasa un poco a segundo plano, sirviendo solo como soporte de la narración principal haciendo que la psicología de los personajes se convierta en el punto más fuerte del filme, lo que distrae la atención de la manera un tanto exagerada de presentar su crueldad.
Si bien, El convento (St. Agatha) no es el mejor trabajo del director, en comparación con sus proyectos anteriores como SAW, El juego del miedo o Abattoir: Recolector de pecados, sí es una película entretenida. Además, las actuaciones a cargo de personalidades como Carolyn Hennesy, Hannah Fierman, Trin Miller, Courtney Halverson, entre otras; están a la altura del proyecto y, aunque hay algunas escenas que se sienten un poco forzadas, cumplen con el objetivo de mover algún sentimiento en el público.
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