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Barbie: un nuevo triunfo del marketing (pero en rosa)

¿Qué se puede decir de una película que ya ha visto prácticamente la mitad del planeta? Llevo varios días reflexionando antes de sentarme ante el folio en blanco porque sabía que si plasmaba mis primeras impresiones, nadie (excepto mi mejor amiga que era quien me acompañaba cuando la vimos) entendería lo que sentí.

Lo sabíamos todo de Barbie porque nos han bombardeado durante semanas, bueno meses, con campañas, tráiler, fotos “robadas”, entrevistas, recomendaciones de gente del sector…una Barbie gigante salió de una caja. El mundo entero se tiñó de rosa y, entonces, mientras reflexionaba sobre porque me parecía tan banal una película que ha despertado tantas consciencias, lo entendí: Barbie supone el triunfo absoluto del capitalismo y el marketing. Y a mi, que soy publicista y antisistema, aún me sorprende comprobar el poder que tiene el marketing para hacer como que cambia el mundo y mantenerlo todo exactamente igual.

Barbie cuenta la historia de la mítica muñeca y su vida en Barbieland. Un lugar donde todo es perfecto, cada día es espectacular. Hoy igual que ayer y que mañana. Un eterno retorno de la felicidad que mantiene en una especie de trance feliz a los habitantes de esta ciudad perfecta. Hasta que Barbie tiene un pensamiento que suelta en voz alta y desequilibra su mundo. Aldous Huxley escribió Un mundo feliz para enseñarnos que el peor tipo de dictadura sería ejercida bajo la apariencia de un estado de calma y bienestar. “Hoy en día todo el mundo es feliz” se repiten los protagonistas de esta historia. Las clases sociales están claramente diferenciadas, la gente toma un compuesto que les ayuda a mantener la serotonina y sonreír, los problemas no existen. Hasta que un día uno de los habitantes se da cuenta que tanta felicidad no puede ser buena y se pregunta “¿No te gustaría tener la libertad de ser feliz (…) de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos”

Esta es la premisa de la que parte la cinta dirigida por Greta Gerwig (Mujercitas, Lady Bird) Frente a este mensaje positivista que impera en el mundo feliz de las muñecas, la película enfrenta a Barbie a la realidad que viven las mujeres en un mundo dominado por hombres. Barbie no puede entender cómo ha sucedido si ella y sus amigas poco menos que inventaron el feminismo. Cuando su mundo de pretendida felicidad se derrumba, Barbie prototípica (la Barbie clásica, rubia, perfecta, escultural, es decir, Margot Robbie en un día cualquiera) debe ir al mundo real a buscar a su niña y ayudarla a ser feliz para restablecer el equilibrio de Barbieland. En el camino contará con la compañía de Ken (Ryan Gosling). Ella lo tiene y lo puede todo. Él es simplemente Ken. Un accesorio más que acompaña a la muñeca como si de un bolso se tratara. El camino de ambos se conecta y separa para mostrarnos las diferencias entre hombres y mujeres y los roles de género que aún imperan en varias esferas de la sociedad.

Dicen que Barbie se ha convertido en un identificador de conductas machistas y que las chicas deben probar a sus potenciales parejas llevándolos al cine para saber su opinión. Tal vez sea un poco exagerado. Barbie tiene mensajes interesantes, sí, pero evita ahondar en ellos. Considerarla una sátira inteligente que plantea las bases del feminismo supone dejar de lado una variable muy importante que no sé si solo yo veo porque vengo del lado oscuro de la publicidad: la película está producida por Warner y Mattel Films. Es decir, la misma empresa que fabrica desde los años 50 esta muñeca que, según la cinta, enseñó a las niñas que podrían ser lo que quisieran ser.

Como película es entretenida aunque a ratos puede resultar tediosa. Con unas bromas y chascarrillos infantiles revestidos de crítica social que se quedan en la superficie y evitan incidir demasiado en los problemas que aún enfrentan a los dos géneros que dominan Barbieland.

Como reflexión final: tras el éxito de la cinta, Mattel planea hacer hasta 14 películas más basadas en las aventuras de sus muñecos. ¿Cuántas niñas jugaban con Barbie antes de la película y cuántas lo harán ahora?, ¿Ha sido un éxito? Indudablemente, un éxito del marketing.

La nota de filmfilicos
Autor/a
(AKA )
Autobiografía: Zulay Montero estudió Periodismo por culpa de su libro favorito de pequeña: Sheila la Magnifica, en el que una niña creativa (y un poquito mentirosa) montaba un periódico durante un campamento de verano. Con el tiempo, la realidad de los medios de comunicación fue rompiendo sus sueños hasta hacerla caer en el lado oscuro de la publicidad. Ahora está de vuelta, retomando su pasión y dejando salir su auténtica voz: irónica, cruel y satírica, esa que se escondía tras la máscara de pretendida cordura que construyó para encajar. También es fan de cantar mal por la calle, estudiar filosofía para que su vida sea aún más absurda y trabajar en marketing mientras monta una ONG de comunicación solidaria. Pura contradicción e hipocresía. Frase: "Tonterías. Solo lo dices porque nadie lo ha hecho nunca" - La princesa prometida
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