No sé los demás, pero tengo la sensación de que últimamente estamos siendo invadidos (quizás en exceso) por películas biográficas sobre figuras musicales. Aunque siempre he amado la combinación de música y cine, a veces me siento que es demasiado. Especialmente después de un par de musicales estrenados no hace mucho que, sinceramente, sigo sin entender por qué recibieron tantos elogios, aunque tampoco salieron bien librados de la crítica… Pero, como sea, me animé a ver Better Man (2024, Michael Gracey), porque soy parte de la generación que no podía evitar ver el «escandaloso» videoclip de Rock DJ, que, sin duda, sigue siendo parte del Soundtrack de mi adolescencia. Además, la película está nominada a los Oscars 2025 por sus efectos visuales, y pienso que, en ese aspecto, se lo merece. Pero sigan leyendo, les contaré más.
Evidentemente, Better Man es un biopic sobre Robbie Williams, pero lo que lo hace especial es que no sigue la fórmula convencional. El director se arriesga a contar su historia de una manera innovadora, apoyándose en un brillante uso de efectos visuales, especialmente el CGI, para mostrar a Robbie (interpretado por Jonno Davies) transformado en un chimpancé. Puede que este recurso no sea esencial para la trama, pero definitivamente aporta un espectáculo visual que puede competir con algunas de las mejores películas de acción, o incluso con algunas del cine de superhéroes (y, en ciertos aspectos, las supera).
La música, como era de esperarse, es clave. Los grandes éxitos de Robbie Williams suenan a lo largo de la película, pero con una decisión acertada: las canciones fueron regrabadas para adaptarse mejor a la narrativa. Esto hace que encajen perfectamente con la historia que se está contando, cosa que en estos tiempos se agradece bastante. Entonces suena a lo que ya muchos conocemos, pero también suena a algo nuevo, por lo que, incluso los que no son fans o ni idea se hacen de quién es este personaje, pueden llegar a comprenderlo bien.
A mi gusto la dirección de Michael Gracey también merece un reconocimiento, pues la verdad se nota que puso mucho cuidado en los detalles, tanto en la parte visual como en la coreografía. Las secuencias musicales, tienen un ritmo que fluye de manera natural con la narración. La fotografía, por su parte, logra capturar la esencia de un Showman, resaltando la magnitud de su presencia en el escenario.
Better Man no solo cuenta la historia de una persona, sino que también explora el lado oscuro y la complejidad de ser una estrella. Habla del mundo difícil detrás de la fama, las adicciones y las luchas internas que definieron a Robbie Williams. Además, mezcla elementos de fantasía en ciertas escenas, lo que enriquece la narración. Y, por supuesto, la música no es solo un acompañante, sino que actúa como una transición perfecta entre momentos emocionales, llevando al espectador de una etapa a otra de su vida.
La película, aunque un tanto egocéntrica en su enfoque, también es honesta. Nos recuerda, de manera a veces cruda pero genuina, la importancia de reírnos de nosotros mismos, de no tomarnos tan en serio todo el tiempo, y de aceptar nuestras imperfecciones. Quizá no se lleve el Óscar, pero definitivamente es una experiencia visual y emocional que vale la pena ver.
