Maléfica: maestra del mal
Erase una, otra y otra vez Disney haciendo Live-Actions de sus clásicos cuentos de hadas; entre aciertos y desaciertos ha intentado darles una visión diferente a esas historias. Tal es el caso de Maléfica, aquella bruja-hada, que fuera la villana de “La bella durmiente (1959)”, sobre quien se centraron las miradas en una nueva versión protagonizada por Angelina Jolie, que tuvo sus aciertos gracias a la fantasía bien implementada y el giro sorpresivo en el final que le dio un nuevo sentido. Sin embargo, como una nunca es suficiente, los productores decidieron darnos una segunda parte que no corrió con la misma suerte, aun así, ya se ganó una nominación a los Oscars 2020. Así que intentaré analizar un poco lo que ha pasado aquí.
Bajo el título “Maléfica: Maestra del mal”, Angelina Jolie nos muestra lo que ha pasado después del mágico beso de amor que despierta a la bella Aurora (Elle Fanning), del hechizo que la mantenía bajo un profundo sueño. Tras el compromiso de Aurora, nombrada Reina del Páramo por la propia Maléfica, y el príncipe Phillip (Harris Dickinson), quien es heredero del reino de Ulstead; la promesa de una unión entre ambos reinos pone muchos intereses en juego, especialmente los de la Reina Ingrith (Michelle Pfeiffer) quien no se detendrá hasta lograr ser la soberana de todo, para lo cual iniciará una guerra contra las criaturas mágicas que habitan el Páramo.
Ni más, ni menos, una típica guerra política por hacerse con el poder, en la que Maléfica resultará ser la heroína y hará todo por defender a los suyos. El intento por reivindicar a el hada malvada del cuento termina convirtiéndose en un pleito entre mujeres que pretenden empoderar la figura femenina imitando los comportamientos más bélicos de los hombres; quitándole a Maléfica el papel de la bruja malvada, para convertirla en la protagonista bondadosa y que todo lo puede, creando, en un intento de equilibrio, a una nueva villana.
En realidad, tampoco es que la película sea mala, pero no ofrece nada que no hayamos visto en cualquier otra película de Disney en dónde hasta la boda de los enamorados promete un “felices para siempre” sin demasiadas complicaciones, por lo que francamente no entiendo la necesidad de hacerla.
En cuanto al guión, además de no tener nada novedoso, también es algo confuso. No hay tampoco mucho que aportar sobre el montaje y la animación, pues el CGI parece solucionarlo todo, aunque la edición no ha evitado que un arnés, que a toda costa quería aparecer en pantalla, se colara por ahí. ¡Ups!
La música tampoco sorprende, cumple con armonizar la historia y nada más. En cuanto a las actuaciones no son destacables, pero son buenas, pues Jolie y Pfeiffer se roban la pantalla sin ningún problema; pero lejos de ser un punto a favor, hace que la carencia de una mejor historia para que ellas se luzcan resulte más evidente.
Pero entonces, ¿De dónde ha salido la nominación? Pues resulta que a la Academia le ha parecido que el maquillaje es digno de un Oscar. Y sí, el maquillaje tiene muy buena calidad, incluso es mejor que el de la primera parte. Si merece el premio o no ya lo decidirán otros, pero tratándose de cine, una película debería destacar por otras cosas y no sólo por tener un buen maquillaje.
