Los títulos deberían ser, por definición, una o varias palabras representativas de las obras a las que identifican y a sus contenidos.
En el caso concreto del cine sabemos que muchas veces no es así, por no hablar de los títulos absurdos que resultan de la traducción de otros idiomas. Interpretaciones que ya que no son literales podrían intentar, por lo menos, casar algo con el contenido.
Tráiler para amantes de lo prohibido, en cambio, es un título que ya desde un principio identifica tanto el contenido de lo que se va a ver como a su propio director.
Un tráiler (se trata de un cortometraje) que nos muestra sin filtros ni tapujos relaciones que siempre se han considerado prohibidas.
Si dentro del marco del cine español hablamos de lujuria, de amantes, de relaciones clandestinas o censuradas, mostradas con una narrativa fresca y transparente, pocas dudas nos quedan sobre quien es el autor de tan atractiva combinación. No puede ser otro que Pedro Almodóvar.
El director manchego a quien se ama o se odia sin término medio. Autor que, quienes le amamos, hemos seguido de cerca su larga y lógica maduración. Un estilo que ha evolucionado con él, un estilo que algunas veces no ha dado el fruto esperado y ha contado con estrepitosas caídas, hay que reconocerlo. Pero también es justo decir que de un modo u otro, más o menos afortunadamente, nuestra atención ha sido capturada.
Tráiler para amantes de lo prohibido cuenta como un padre de familia lo deja todo para huir con sus amante y de como su mujer, lucha para sacar adelante a sus dos hijos pequeños.
Ver este corto sirve para refrescar el por qué se adora a este director. Su espontaneidad, la naturalidad con que trata según que temas, la chispa que sale de sus guiones. El surrealismo de su personajes. Lo inmundo de algunos ambientes mostrados. La pasión expresada a través de los actores pero sobretodo, a través de la musica. Aquí, voces como la de Olga Guillot o la de actrices de los sesenta, más reconocibles por ser divas poperas de los 80 com Eartha Kitt, salen por las bocas de los protagonistas.
La pieza resulta ser una deliciosa comedia musical en corto que le quita el polvo a ese sabor olvidado que de vez en cuando es bueno rescatar, para recordar y divertirse con lo que fueron las raíces del cine almodovariano.
