Chinas

En cada ciudad, en cada barrio, en cada colegio, suceden cada día millones de historias que se entrecruzan creando hilos invisibles que no siempre logran unir a sus protagonistas. Chinas cuenta una de esas pequeñas historias que pasan desapercibidas entre el estrés del día a día. Lucía tiene 9 años, le gusta jugar con sus amigos, disfrazarse y hace pulseras para conseguir dinero porque tiene un ambicioso plan: celebrar su cumpleaños en Burger King. Una niña como otra cualquiera que juega y ríe en el patio con las demás y por las tardes hace los deberes mientras su madre trabaja. Ella no siente que sea diferente, aunque cada mañana, mientras su hermana Claudia la lleva al colegio, unos niñatos las llamen despectivamente “chinas”. Lucía en realidad se llama Yun y Claudia tampoco se llama así, pero prefieren sus nuevos nombres porque son más sencillos y así nadie les pregunta.

Xiang también querría cambiar su nombre y su madre no se lo permite “es el nombre con el que te conocimos”. Su vida es paralela a la de Lucía, pero es completamente diferente. Mientras Lucía disfruta con sus amigos y hace cosas de su edad, Xiang se enfrenta a crisis existenciales demasiado grandes para ella. Lucía nació en Madrid, en Usera, pero sus padres son chinos, Xiang nació en China, pero sus padres son españoles.

Cuando Xiang llega al colegio de Lucía la pequeña se emociona al ver a otra niña como ella y está deseando que las pongan juntas. No sabe que no hay absolutamente nada que las una.

Chinas es la historia de la inmigración y los problemas a los que se enfrentan las personas que tienen que dejarlo todo para empezar una vida mejor lejos de sus hogares, también de cómo la viven las segundas generaciones y qué ocurre cuando traer a alguien para “darle una vida mejor” resulta insuficiente.

Claudia es una adolescente y no sabe nada de todo lo que sus padres pasaron para que ellas puedan estudiar en ese colegio en el que siente que no encaja. Tiene los problemas normales de cualquier chica de su edad y no soporta que la llamen por su nombre real. Tampoco le gusta tener la obligación de cuidar de su hermana ni tener que ayudar en el negocio familiar mientras sus amigas salen de fiesta con chicos (bueno, chicos, menudos personajes que son una red flag en un cartel luminoso, si me preguntas). Su madre no entiende que sus hijas le reprochen todo cuando ellas ni siquiera trabajan ni ganan dinero mientras ellos pasan 14 horas en el bazar aguantando a clientes maleducados e insoportables.

Aunque también conocen a gente amable y cariñosa como Amaya (Carolina Yuste) que, aunque llega tardísimo de trabajar, se para a conocer a sus vecinas, escucha los consejos de la madre de Lucía como si fuera la suya propia y le compra pulseras para ayudarla con su pequeño negocio.

Xiang tampoco aguanta a sus padres, especialmente a su madre (Leonor Watling), quiere saber de dónde viene, por qué no la quiso su familia biológica. Y, aunque le hayan dado todo, siente que no tiene absolutamente nada que valga la pena. Un día su padre descubre que su familia la está buscando y deben enfrentarse a un dilema que desequilibrará toda su vida familiar.

Los dramas normales que puede vivir cualquier familia configuran una historia llena de tragedia, sueños rotos y pinceladas de comedia. “Luminoso drama” pone en su ficha y me parece una descripción bellísima que pone el foco en como podemos encontrar la luz en las situaciones más oscuras de la vida. Pero sobre todo, una historia llena de cariño, comprensión y humanidad que se refleja en pequeños gestos que pueden cambiar la realidad de una niña que solo quiere seguir creyendo en la magia.

La historia de dos niñas chinas en un barrio de Madrid a quienes los prejuicios suponen iguales y que, sin embargo, no podrían ser más diferentes.

Arantxa Echevarría dirige esta cinta con 4 nominaciones en la XXXVIII edición de los Premios Goya:
– Mejor canción original: Chinas – Compositores: Marina Herlop.
– Mejor actor revelación: Julio Hu Chen
– Mejor actriz revelación: Xinyi Ye
– Mejor actriz revelación: Yeju Ji