Into the Woods
Into the Woods, una de las últimas producciones de Disney, ha recibido nominaciones a mejor actriz secundaria (Meryl Streep -totalmente merecidísimo-), al diseño de producción (Dennis Gassner y Anna Pinnock), y al diseño de vestuario (Colleen Atwood).
El film cuenta la historia de unos humildes panaderos que, a causa de una terrible maldición, no pueden tener algo que con tanto fervor desean: un hijo. Sin embargo, un día ven brillar sus esperanzas al encontrarse con la bruja del pueblo, pues ella les ofrece un pacto: unos objetos que satisfacerán a la pareja y a la bruja de igual manera. De esta forma, los panaderos protagonizan una historia donde varios cuentos vuelven a la vida. Así, entre los bosques, podemos encontrarnos a Cenicienta escapando noche tras noche de un príncipe azul, a Caperucita esquivando al lobo (más gracioso que terrorífico), a Jack trepando la enorme planta de sus habichuelas mágicas, o a Rapunzel esperando.
Para bien o para mal, la película es una sucesión de canciones escritas por Stephen Sondheim, a quién ya encontramos en otros musicales góticos como la versión de Tim Burton de Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet (Colleen Atwood también ha coincido trabajando en ambos musicales). Sin nada negativo que decir ante la calidad de canciones, la primera parte de la película casi no deja respirar entre canción y canción, mientras que la segunda parte carece de ellas creando un vació importante. Además, la segunda parte está demasiado oscurecida, las tragedias suceden sin descanso y, después de la primera parte tan Disney, quizás seguir de esta manera carece de gracia o importancia. ¿Es necesario llegar al extremo al que llegan con el príncipe azul? ¿Es realmente buena la humilde y desgraciada panadera? ¿Es necesario terminar con media plantilla de actores? ¿Cuál es la moraleja de la historia?
Into the Woods es un viaje a lo desconocido de Disney, a su violencia (porqué los cuentos infantiles tienen todos su parte oscura), de la mano de cuentos famosos que serán pisoteados por doquier (quizás tampoco era necesario modificar y liar tanto los cuentos ya contados). La recomiendo para pasar el rato, pero no esperéis una historia que os haga pensar. Bueno, pensar sí que pensaréis un poco, aun qué sólo sea para pensar qué es lo que nos quiere transmitir toda esta sucesión de locuras infrenables.
