La casa del lago es una romántica paradoja del tiempo, dirigida por Alejandro Agresti. Es cierto que a mí tampoco me gusta ver a Keanu Reeves en películas de tinte romántico, pero la confección de esta historia resulta agradable y puedo pasar por alto el no verlo dando patadas, disparando armas o cobrando venganzas.
La doctora Kate Forester (Sandra Bullock) decide mudarse a la ajetreada cuidad de Chicago con la finalidad de comenzar a trabajar en un hospital. El cambio de vida la vuelve melancólica, especialmente por la necesidad de dejar la preciosa casa junto al lago con amplias ventas en la que vivía. La casa es alquilada por un arquitecto con talento, pero frustrado por no con conseguir superar las expectativas de su padre. Al abandonar la casa, Kate le deja una nota en el buzón a Alex (Keanu Reeves), su nuevo inquilino, pidiéndole que le reenvíe su correspondencia a su nueva dirección. Y, a través de las cartas que se envían, el romance entre ellos va naciendo.
La película no hace alarde de ser la mejor que hayan interpretado sus protagonistas, pero tampoco es tan mala como para dejarla de lado, principalmente porque son las letras de las cartas las que toman la batuta de la narración, contándonos una historia de amor que se basa en la imaginación y en la fantasía.
El reparto, además de estar encabezado por Reeves y Bullok, también cuenta con las participaciones de Shohreh Aghdashloo, Christopher Plummer y Ebon Moss-Bachrach que, para ser honestos, aunque sus actuaciones son buenas se sienten un tanto desperdiciadas.
Es verdad que el argumento principal puede resultar demasiado enredado para ser una simple historia de amor, sin embargo, es justo lo que le da su encanto, pues guiones románticos hay demasiados y lo que puede hacer que destaquen es justamente la manera de contar lo que sucede, la manera de enrollar los sucesos para conseguir que el espectador realmente tenga el deseo de quedarse frente a la pantalla.
Su punto más fuerte es que plantea una paradoja a través de la cual los sentimientos traspasan la barrera del tiempo, aderezando la trama con paisajes muy agradables que se van adaptando al transcurso de la historia y que nos esconden un misterio y un momento de tensión muy especial en donde un segundo puede ser crucial para determinar el futuro de los enamorados.
Para hablar de los puntos débiles basta con recordar que es una historia de amor, que no deja ser cursi y no logra evitar caer en los estereotipos clásicos de las parejas de la pantalla grande.
La casa del lago, en general, es una película para ver en una tarde de lluvia sin nada mejor que hacer, entretiene y posee su propio misterio, pero nada más.
