Con su película C.R.A.Z.Y., Jean-Marc Valleé muestra un drama familiar sobre la concepción de la homosexualidad en diferentes momentos de la vida de Zac, quien nació un 25 de diciembre, razón por la cual odia las navidades; vive rodeado de sus cuatro hermanos, al cuidado de su madre y su padre. Éste último es un hombre orgulloso de sus hijos varones y de criarlos como hombres fuertes a semejanza suya, por lo que tendrá que enfrentarse a la realidad de tener un hijo diferente, propiciando que Zac reprima sus sentimientos con tal de no perder su cariño, poniendo a prueba el amor entre estos dos personajes.
Ambientada entre las décadas de los 60’s y los 80’s y protagonizada por Marc-André Grondin, Danielle Proulx y Michél Côté (un cotizado actor de Quebec), quienes interpretan personajes bien definidos, pero sin nada nuevo que ofrecer, más aún si se le compara con trabajos similares como la irlandesa “Desayuno en Plutón”. En diversas ocasiones el director se deja llevar por el sentimentalismo y se olvida un poco de la trama principal que es la homosexualidad reprimida de su protagonista y que bien podría haberle dado mayor fuerza. La historia sube y baja de ritmo constantemente, engancha y es conmovedora, también tiene sus momentos cómicos y hasta un tanto divertidos, sin arriesgarse a nada.
Sin duda lo más destacable de la película es su música, pues la banda sonora está integrada por temas de Pink Floyd, David Bowie y The Rolling Stones que van acompañando a Zac a lo largo de las diferentes etapas de su vida, resultando en un buen acompañamiento en diversos momentos resaltando su importancia histórica tanto dentro como fuera de la trama.
Es una buena muestra del cine canadiense, aunque la crítica general no la clasifica entre las mejores. Fue acreedora de premios a mejor película, mejor director y al mejor guion en el Festival de Cine de Gijón. Vale la pena verla por su propuesta y su acertada elección musical, pero a pesar de que no es mala tampoco tiene nada nuevo que ofrecer.
