En el panorama cinematográfico actual, donde la inteligencia artificial y la identidad digital son temas candentes, emerge No soy un robot, un cortometraje neerlandés que aborda estas cuestiones con ingenio y humor. Dirigido por Victoria Warmerdam, este corto ha logrado una nominación al Mejor Cortometraje de Ficción en los Oscar 2025, consolidando su impacto en la escena internacional.
De qué trata la película
La historia sigue a Lara, interpretada por Ellen Parren, una feminista convencida que, tras múltiples intentos fallidos de completar un captcha, comienza a cuestionar su propia humanidad. La situación se complica cuando surge la inquietante posibilidad de que haya sido adquirida como robot por su propio novio. Este planteamiento, tan absurdo como fascinante, sumerge al espectador en una reflexión sobre la identidad y la percepción personal.
Reseña de No soy un robot
Victoria Warmerdam, quien también firma el guion, utiliza una premisa cotidiana —los molestos captchas que todos enfrentamos en Internet— para desarrollar una narrativa que oscila entre la comedia y la ciencia ficción. La dirección de Warmerdam destaca por su capacidad para equilibrar el tono humorístico con momentos de introspección, manteniendo al público enganchado durante los 23 minutos de duración del corto.
Ellen Parren brilla en su papel de Lara, aportando una interpretación que combina vulnerabilidad y determinación. Su química con Henry van Loon, quien interpreta al novio, añade profundidad a la trama, especialmente cuando la duda sobre la naturaleza de Lara se instala en su relación. El elenco se completa con actuaciones sólidas de Thekla Reuten y Juliette van Ardenne.
La fotografía, a cargo de Martijn van Broekhuizen, complementa la atmósfera del cortometraje, utilizando encuadres que reflejan la confusión y el desconcierto de la protagonista. La música de Merlijn Snitker añade una capa adicional, subrayando los momentos clave sin restar protagonismo a la historia.
No soy un robot es una joya cinematográfica que invita a reflexionar sobre nuestra relación con la tecnología y cómo esta puede influir en nuestra percepción de la realidad. Con una narrativa fresca, este cortometraje se posiciona como un fuerte contendiente en los Oscar 2025. Además, nos recuerda, con un toque de humor, que incluso las herramientas más mundanas de la era digital pueden llevarnos a cuestionar nuestra propia existencia.
