Baramulla es una película india de suspenso y terror sobrenatural (2025), dirigida por Aditya Suhas Jambhale y protagonizada por Manav Kaul y Bhasha Sumbli. A simple vista, promete un misterio profundo: una desaparición, una familia recién llegada a una comunidad hostil, tensiones políticas, religiosos, crímenes y fuerzas oscuras que no obedecen solo a la fe, sino a lo paranormal.
Desde el primer momento, la película establece una atmósfera densa. Cuando un niño de la comunidad de Baramulla desaparece en medio de un acto de magia callejero, la tensión comienza tras su búsqueda y el encargado de dirigirla termina por involucrar a su familia que llega con ideas disruptivas al pueblo. Esa desaparición inicial actúa como gatillo de un engranaje narrativo que mezcla lo humano con lo sobrenatural, sin permitir que uno eclipse completamente al otro. Esa ambición temática es valiosa; el problema surge en la ejecución.
Baramulla quiere abordar demasiadas cosasa la vez: violencia, política local, religión, crimen, culpa familiar… todo se entrelaza con lo paranormal. En teoría, es ambicioso. Pero, por momentos, esa riqueza temática se convierte en una maldición para la película, la estructura se siente sobrecargada y, en ciertos momentos, desordenada.
Visualmente, hay instantes muy poderosos. Las escenas sobrenaturales están bien logradas: la cinematografía las envuelve con luces frías y sombras que sugieren algo más allá de lo racional, y eso ayuda a dar peso al terror.
Donde Baramulla tropieza irremediablemente es en la mezcla entre lo político y lo sobrenatural. La película no solo quiere asustar, sino también reflexionar sobre el poder, la autoridad, el rechazo social y la religión. Esa dualidad podría haber sido su fuerza, pero termina siendo un lastre: en vez de profundizar en el horror espiritual o en el drama humano, termina coqueteando con ambas cosas sin resolverlas por completo. Y, para colmo, a pesar de tener muy claros sus orígenes y tener referencias a su cultura de origen, desafortunadamente intenta parecerse al terror norteamericano haciendo que esas mezclas sean aún más incómodas.
El clímax emocional tampoco logra encajar del todo, aún con el peso de lo sobrenatural, los momentos sentimentales tienden a resolver conflictos con discursos morales o reflexiones familiares, lo que diluye el impacto de los sustos o del misterio. Además, algunas resoluciones parecen demasiado limpias considerando la magnitud del horror y la culpa que se arrastraba.
En resumen: Baramulla tiene un concepto ambicioso que me parece muy interesante: una desaparición que abre la puerta a un enredo sobrenatural, mezclado con crimen, religión y política. Hay belleza visual y algunas interpretaciones destacables, pero su estructura y su exceso de temas le hacen perder la contundencia. No es una película de terror puro, ni un drama político puro, sino algo intermedio que promete mucho, pero no termina de punzar tan profundo como podría. La recomendaría si te interesa más el trasfondo social o el misterio espiritual, pero si vas por sustos sólidos o una historia bien contenida, puede dejarte con ganas de algo más enfocado.
