Hoy vengo directamente a hablarles de la película Dejar el mundo atrás (2023), basada en la novela del mismo nombre, del director Sam Esmail, que actualmente está disponible en Netflix.
Protagonizada por Ethan Hawke y Julia Roberts, la historia nos habla de una familia que sale de vacaciones a una lujosa cabaña a las afueras de la ciudad, con la idea de desconectar un poco del estrés y la rutina. Las cosas comienzan a tornarse tensas con la aparición de G.H. Scott (Mahershala Ali) y su hija Ruth (Myha’la Herrold), quienes buscan un refugio tras un apagón y una serie de eventos que sugieren una catástrofe.
Sin dar más explicaciones, parece que estos personajes se están enfrentado a un evento apocalíptico. La poca información que reciben proviene de la televisión porque el Internet no funciona y no hay manera de corroborar los sucesos y durante mucho tiempo nos dejan con la incertidumbre de saber qué está pasando, si todo es real o si es un engaño dentro de la misma trama. En un principio el miedo a la desconexión, a lo desconocido y al pánico generalizado está muy bien trabajado, acorde a las nuevas formas de ver la vida a través de lo digital.
A esta película le juega mucho a favor el contar con un reparto tan reconocido porque evidentemente es un gancho que te invita a ver la película sin pensarlo demasiado y, aunque las escenas no son tan espectaculares como en otras producciones, el dejar cosas a la imaginación con respuestas dosificadas le aporta emoción y curiosidad.
Aunque también es cierto que a veces tanta ambición y tanta parafernalia puede ir en contra y lo que le sucede a Dejar el mundo atrás, es que se enreda en su propio laberinto de te escondo y te resuelvo al punto de que cansa y aburre antes de que nos deje deseando la gran respuesta final.
Eso sí, se da el gusto de enviar muchos mensajes motivacionales, ambientalistas, antirracistas y en general tata de pasar por toda la agenda moralista contemporánea sin llegar a ser fastidioso.
Aunque sí vale la pena verla, les adelanto que el final no se vuelve esa solución final que muchas veces se anhela, sino que es un final abierto sujeto a la interpretación que cada quien le quiera dar. Por lo que la poca o mucha tensión que logra generar no se resuelve del todo, lo que puede gustar mucho o resultar una gran decepción.
Para mí sus puntos fuertes son las buenas actuaciones y la incertidumbre bien manejada y aunque no está ni cerca de estar entre mis favoritas del género bien la puedo recomendar para pasar un buen rato cuando ya le diste mil vueltas al catálogo y sigues sin saber qué ver.
