Extraña forma de vida
Han pasado 3 años desde que Pedro Almodóvar se atrevió a rodar un corto en inglés, en ese momento su musa fue Tilda Swinton y la obra de Jean Cocteau. Su regreso al género se puede considerar triunfal y demuestra que cada vez asume retos más complejos, Extraña forma de vida es como un sueño que se cumple así mismo.
Un hombre cruza a caballo el desierto que le separa de Bitter Creek. Viene a visitar al Sheriff Jake. Veinticinco años antes, ambos -el sheriff y Silva, el ranchero que cabalga a su encuentro- trabajaron juntos como pistoleros a sueldo. Silva viene con el pretexto de reencontrarse con su amigo de juventud, y en efecto celebran su encuentro, pero a la mañana siguiente el sheriff Jake le dice que la razón de su viaje no es el recuerdo de su vieja amistad.
Es evidente que nos recuerde a God’s Own Country y a la sobrevalorada Brokeback Mountain pero afortunadamente el director se ha inclinado a otro tipo de historia. Durante 34 minutos Almodóvar entra en una atmósfera hostil, masculina y sobre todo violenta, no renuncia a su homenaje al western y a sus principales exponentes pero también le impone una delicadeza asombrosa.
Extraña forma de vida no es una historia de amor, es una trama sobre el perdón, el paso del tiempo y el autoengaño. Los personajes no tienen capas, no son complejos a nivel psicológico, me parece certero el ritmo, muy alejado de Madres Paralelas, Julieta o La piel que habito, el cineasta condensa en pocos minutos lo que habitualmente demoraría en un largo.
El cine western no suele tener escenas eróticas, de sexo, Extraña forma de vida rompe con este estigma, se atreve a mostrar desnudos cuando dos hombres maduros han terminado de tener relaciones.
Caetano Veloso abre la cinta con esa melodiosa voz que parece un lamento, que duele y que además le da título a la obra. Estéticamente no hay ese exceso de colores, más bien se nota una sobriedad y a excepción del tono en el vestuario de Saint Laurent todo es más reposado.
A niveles dramáticos el corto va creciendo, sobre todo en la escena que ambos protagonistas enfrentan sus verdades, miedos y la realidad que viven en el presente.
Almodóvar es un maestro, sobre todo dirigiendo actores, son su instrumento para poder llevar a la pantalla un libreto y hacer que el espectador sienta lo mismo que ellos. Ethan Hawke asume su personaje con valentía, todo lo áspero, homofóbico, al mismo tiempo contenido, es un gran interprete. Pedro Pascal me sorprende porque todos sus trabajos anteriores me han parecido horribles, sobreactuados, en esta ocasión la química con Hawke es electrizante, ambos se dejan llevar.
No sé si en un futuro Extraña forma de vida se transformará en una película, su final es bastante conveniente para ello, como la obra que me parece tremenda.