La premisa de Don’t Look Back está centrada en la historia de Caitlin Kramer (Kourtney Bell), quien es testigo de un asesinato, pero es un testigo inmóvil, al igual que otras personas que lo mismo ven y graban, pero no ayudan. Tras este hecho el «Karma» los persigue para cobrarles su falta de solidaridad.
En principio la idea no es nada mala, pues está muy ligado con la realidad actual ¿cuántos vídeos crueles y perturbadores hemos visto en Internet?, seguro que más de uno se ha puesto a pensar «¿por qué el que grabo no ayudó en lugar de grabar?» Aunque en el fondo también disfrutamos del morbo de ser espectadores.
La cosa jamás para ahí pues bien puede haber, incluso, un linchamiento mediático en contra de quien grabó el vídeo, tal como sucede en la película, que se va al extremo de quitarle la vida a los testigos, muy al estilo Black Mirror. Además mete algún guiño a Edgar Allan Poe que, aunque no se aprovecha al máximo, sí evoca al autor.
Los personajes principales, Caitlin Kramer y su novio Josh Bowman (Skyler Hart), funcionan bien dándole tensión a la historia que, además justifica la inacción de la protagonista debido al trauma de haber presenciado el asesinato de su padre. Pero el mismo hecho, llega resultar confuso, pues hay momentos en los que no se sabe si hay algo siniestro atacando o si son los traumas de la chica manifestándose. Aunque algunos de los testigos perseguidos, entre los que se encuentran Althea Minnis (Jaqueline Fleming), Maria Sanchez (Amanda Grace) y Curt Miley (Damon Lipari) no logran enganchar del todo.
Lo que me desencantó de la película, es la parte fantasiosa y la moraleja que roza lo religioso, sin necesidad alguna, bien podrían haber convertido la película en un thriller sangriento y de horror sin pasar por la parte mística que no coordina muy bien con la narrativa que se pretende crear.
Don’t Look Back está bien para pasar el rato y entretenerse, el inicio fuerte y sangriento atrapa, no baja el ritmo pero no mantiene el horror. Así que bien podrían darle una oportunidad.
