Titane

El cine como cualquier otra manifestación artística tiene que generar debate, polémica, lo decía Truffaut y esto dependerá en gran medida de la preparación del espectador. Algunas películas tienen un halo enigmático y poderoso de noquear a quienes la ven durante la proyección y luego de los créditos. Muchos realizadores han sido capaces en los últimos tiempos de dejarme alucinando, en completo estado de shock, como ocurrió con el jurado de Cannes cuando eligieron darle la Palma de Oro a la película Titane.

Tras una serie de crímenes sin explicación, un padre encuentra a su hijo desaparecido hace 10 años. Con un trabajo previo muy sugerente, Julia Ducournau demuestra cuanto ha crecido como artista y que definitivamente su cine va a dar de que hablar. Titane nos presenta en un primer momento un accidente, una pequeña ha sido herida y la solución es colocarle un implante de titanio. Un beso infantil a un auto, un sensual baile de strippers encima de ellos luego con la música de The Kills  así son los primeros 17 minutos de metraje.

Titane es muy diferente a Crudo, la directora lleva el dolor físico al extremo, piercing de pezones arrancados , perforaciones de tímpanos y vaginas. Este inicio tan brutal, visceral que no dudo haga que algunos espectadores volteen el rostro, es un llamado de atención pero no es lo fundamental en la cinta. La historia que aparentemente no tiene sentido, que pudiera ser absurda, si nos centramos solo en la relación sentimental de la protagonista por su condición y su comportamiento a lo Villanelle, es provocadora y tiene varias lecturas.

Ducournau con valentía e inteligencia maneja el tema de la familia, la relación de Alexia con sus progenitores nunca fue la mejor, encuentra su paz asesinando y practicando la mecanofilia. La cinta además es una reflexión sobre la identidad, la protagonista no habla al principio y su rostro es perfectamente el de cualquier andrógino, además de tener intimidad con ambos sexos y llegado el momento hacerse pasar por quien no es. Pero Titane es una gran metáfora sobre la soledad, sobre esa necesidad humana que sentimos de tener a alguien, de luchar por alguien, aunque eso implique engañarnos.

Las figuras paternas y maternas son el eje central de la película, cualquier escena gore, pasada de tono es solo un background para generar debate. Sabemos que no es un producto que cualquier espectador puede recibir complacido, simplemente porque o te quedas en la lectura más banal y primitiva o porque no eres capaz de descodificar tanta información.

Francia la envía a representar al país por el Oscar y no podría ser de otra manera y aunque no se dé el caso de Parasite que lo ganó doble, Titane lo tiene todo a su favor.

Agathe Rousselle está pletórica, ha llegado al cine por la puerta grande, su actuación es una bomba de tiempo, tiene expresión, puede con todas las fases de Alexia y te conmueve. Nunca vi a Vincent Lindon tan entregado, tan emotivo, las escenas con Rousselle tienen la carga dramática en superlativo. Por si fuera poco la directora recurre a un montaje narrativo donde priman los primeros planos, cortos y medios respaldada por una variada banda sonora.

El final de Titane es épico, liberador y catártico, gracias a la directora por esta obra, un título desde ya imprescindible.