Dentro de Filmfilloween 2025, no podía faltar un clásico gótico, rebosante de estilo, humor extraño y sangre artística: El abominable Dr. Phibes. Dirigida por Robert Fuest con guion de James Whiton y William Goldstein, esta joya británica de 1971 se ha convertido en película de culto. Protagonizada por Vincent Price, acompañado por Joseph Cotten, Virginia North, Terry-Thomas y Hugh Griffith, la cinta mezcla venganza, terror, comedia negra y música más siniestra que cualquier órgano en sala de hospital.
Sinopsis de la película
Ambientada en Londres en los años veinte, la historia arranca tras un trágico accidente automovilístico: el Dr. Anton Phibes (Vincent Price), organista y teólogo, es dado por muerto. Sobrevive, horriblemente desfigurado, y descubre que su esposa murió durante una cirugía inadecuada. Convencido de vengarse, Phibes traza un plan implacable: eliminar, uno por uno, a los cirujanos que considera responsables, guiado por las plagas bíblicas del Antiguo Testamento. Cree que cada muerte debe reflejar una de esas plagas, y para ello emplea métodos de asesinato tan creativos como grotescos.
Los personajes actúan como marionetas de este macabro coro. Phibes, taciturno, calculador, con una máscara y una asistente llamada Vulnavia (Virginia North), domina cada escena con presencia ominosa. El inspector Trout (Peter Jeffrey) aparece como quien intenta atar los cabos del misterio, sin que nadie (o casi nadie) le crea. Joseph Cotten interpreta al Dr. Vesalius, el cirujano principal al que Phibes reserva la última de sus venganzas.
Reseña de El abominable Dr. Phibes
Esta película no espera que ames al protagonista; espera que lo temas, lo admires retorcidamente, y a veces te rías de lo absurdo que es todo. Lo mejor de Phibes es su espíritu de exceso: la escenografía art decó (he tenido que buscarlo), la teatralidad de los asesinatos, los trajes, las máscaras, las luces y sombras; todo está cuidado como si cada elemento visual fuese una pintura retorcida. Tiene humor negro, sí, pero no deja de recordarte que estás viendo algo grotesco, mutilación simbólica, venganza…
Poniéndome por un momento en la piel de Phibes, me pregunto hasta dónde se puede tolerar la injusticia antes de desear venganza. ¿Sería capaz de construir trampas mortales inspiradas en pasajes bíblicos por dolor? (No lo creo). Es escalofriante pensarlo, porque en la película se percibe que Phibes ama de una manera enfermiza, obsesiva; su amor y odio están en la misma balanza consumida.
Visualmente, la película tiene momentos gloriosos: el uso del órgano, los efectos especiales prácticos, los métodos de muerte extravagantes funcionan como fantasía mórbida, no solo sustos baratos. La música (compuesta por Basil Kirchin) añade atmósfera, llenando los huecos de silencio con presagios.
Quizás lo que flaquea es que, con el tiempo, algunos trucos han envejecido: los efectos especiales ya no sorprenden como en su día; la elaboración de ciertos escenarios parece ostentosa pero con poco peso emocional. Pero eso no le resta encanto: si algo hace Phibes es tener personalidad, una voz propia en el terror de culto.
El abominable Dr. Phibes es horror con guantes de seda, belleza sangrienta, dolor estético, risa nerviosa. No es terror contemporáneo, pero su audacia, su estilo visual tan marcado y su villano torturado lo convierten en un clásico imprescindible que encaja perfectamente en nuestro especial para Halloween. Si quieres ver hasta dónde puede llegar alguien dispuesto a todo por venganza, esta película lo derriba con máscaras y plagas.