Dentro de nuestro especial Filmfilloween 2025, hay espacio para todo tipo de sustos: desde posesiones infernales hasta muñecas homicidas con Bluetooth. Pero hoy me detengo en algo más pequeño, más breve, y quizá por eso más inquietante: el cortometraje Luces fuera (Lights Out), dirigido por David F. Sandberg en 2013. Sí, ese mismo Sandberg que después saltó a Hollywood gracias a este trabajo y terminó dirigiendo películas como Annabelle: Creation o incluso ¡Shazam!. No está mal para haber empezado con un corto grabado en casa junto a su pareja, Lotta Losten, que además protagoniza la historia.
Sinopsis de Luces fuera (Lights Out)
El planteamiento no podría ser más sencillo: una mujer se dispone a irse a dormir y, al apagar la luz, algo aparece. Al encenderla, desaparece. Un juego de luces y sombras que dura poco más de dos minutos pero que logra generar más tensión que muchas películas enteras. No hay monstruos digitales ni ríos de sangre, solo una idea clara, una atmósfera precisa y un uso magistral del montaje.
Esa economía narrativa, sin diálogos, sin explicaciones, convierte al corto en una lección práctica de terror: el miedo más puro, el que no necesita contexto, solo una imagen que se te queda grabada. Y cuando lo ves por primera vez, es difícil no volver a mirar dos veces el interruptor antes de dormir.
Reseña del cortometraje
Luces fuera demuestra que el terror no necesita tiempo, solo precisión. En un mundo donde abundan las sagas interminables, este corto condensa todo lo esencial: una idea potente, un crescendo bien medido y un golpe final impecable. Lo interesante es cómo refleja algo tan cotidiano como el miedo a la oscuridad, ese temor infantil que todos arrastramos pero que aquí se transforma en algo tangible.
Sandberg no solo jugó con la luz, sino también con nuestra percepción. Esa criatura que solo existe en la penumbra funciona casi como una metáfora de nuestros propios miedos: cuanto más intentamos ignorarlos, más reales se vuelven. Y de paso, el corto se convierte en un recordatorio de que el terror no necesita presupuestos millonarios, sino ingenio.
Dos minutos bastaron para lanzar una carrera y recordar que el miedo, cuando está bien hecho, no necesita presentación. Luces fuera es el ejemplo perfecto de cómo el terror puede ser tan eficaz como un buen chiste: todo depende del timing.