I Care a Lot
Si me preguntasen por una de mis películas favoritas de la pasada década, y concretamente del año 2014, respondería sin lugar a duda Perdida. Y considero que todos los que haya visto la cinta podrán estar de acuerdo conmigo en que la actuación de Rosamund Pike como la icónica Amy Dunne es uno de los puntos álgidos de la misma. Por eso, cuando llegó a mi conocimiento la existencia de la película de hoy sabiendo que la misma actriz podía tener entre manos un personaje igual de interesante supe que tenía que echarle un vistazo.
Marla Grayson es una ambiciosa cuidadora que se dedica a desplumar a aquellos ancianos bajo su cuidado con ayuda de su novia Fran. Su nueva víctima es Jennifer Peterson, una anciana que parece ser el objetivo perfecto. Pero lo que en un principio parecía una tarea sencilla no tardará en complicarse cuanto más empiecen a indagar en el pasado de Jennifer.
Lo cierto es que su comienzo es inmejorable. Marla habla en voz en off apelando al espectador y exponiendo una filosofía de vida que no podría ser más extremista, pero es un buen ejemplo de lo que es su personaje, y que acompañado de la actitud que muestra durante los primeros minutos, ayudada de los gestos de suficiencia y soberbia y si se tiene presente al sector de la población que está vulnerando es casi inevitable que se enquiste una antipatía por ella. Sin embargo, hay un punto de complicidad retorcida con el espectador de querer saber hasta dónde puede llegar la codicia de Marla, quien parece no tener ningún escrúpulo.
Todo este pensamiento se sustenta en una sátira hacia el capitalismo. Se trata de una sátira que en un primer momento puede parecer ácida y en mayor o menor medida certera, pero toda esa crítica acaba quedándose en algo superficial mientras confía todo el viaje en su protagonista. Esto lleva a la película a tener dos partes muy diferentes entre sí: Mientras que la primera parte se centra más en la estratagema de Marla para engañar a los ancianos y a Jennifer en particular, junto con toda la red de contactos que tiene montada, la segunda parte vira hacia el thriller más puro y que puede recordar a tramas rocambolescas de la filmografía de los Hermanos Coen, solo que es lugar de personajes patéticos en este caso hay un amplio abanico de personajes antipáticos. Y lo cierto es que ambas partes por muy diferentes que puedan ser entre ellas resultan igual de entretenidas porque las dos son muy impredecibles, por mucho que la segunda parte pueda ser algo más convencional.
Dado que la película depende en su totalidad del personaje de Marla, quien mejor que Rosamund Pike para darle vida. Con una autodeterminación férrea, una astucia encomiable que hace desear al espectador que no se salga con la suya y unas expresiones faciales con las que ella misma se cree que está por encima del bien y el mal demuestra en cada fotograma que no había nadie mejor para el papel. Pero también hay poner el foco sobre el trabajo de Peter Dinklage como el personaje que acaba siendo el “rival” de Marla, del que es mejor no saber mucho, pero termina siendo un adversario que está muy a la altura de la protagonista y el duelo que mantienen ambos de gato y ratón es uno de los mayores logros del filme.
De cara a su clímax, la cinta recupera lo mejor de la primera parte, que no es otra que era sátira mordaz de manera breve pero inteligente y muy orgánica, haciendo que el espectador se cuestione qué tipo de final va a tener la historia hasta el último momento, demostrando que no hay que dar nada por sentado y reflexionando sobre qué clase de cierre es ese y qué sentimientos deja a su paso.
