La Belle Époque
¿Cuánto darías por regresar al pasado?
¿Y si existiese una compañía que se encargase de recrear el momento en el que conociste a tu primer amor o el viaje más lindo que hayas hecho? O de darte una segunda oportunidad para despedirte de un ser amado…De esto se trata la nueva película del francés Nicolas Bedos, adecuadamente llamada “La Belle Epoque” (La bella época).
“La Belle Epoque” en francés, es una expresión nostálgica utilizada para hablar del ayer que designa el pasado europeo, específicamente la Francia anterior a la primera guerra mundial. Esta época se sitúa entre 1871 y 1914, cuando la sociedad europea se sumergía en el capitalismo, la ciencia y la tecnología. Clases medias y burgueses se paseaban de la mano para descubrir inventos como el cine, iban a ver bailar a las chicas el can-can en los cabarets de moda como el Moulin Rouge en París, nace el psicoanálisis fundado por Freud, las óperas de Vardi…en fin. Tantas cosas que hoy son parte de nuestro cotidiano vieron la luz en esta belle époque.
Sólo de escribirlo me invade una sensación de nostalgia y extraña paz. Siento echar de menos algo que nunca viví pero que de alguna manera, a través de esta expresión, hace que me sienta invadida por recuerdos que no son míos y tiempos que sólo conozco a través de libros y películas. Para Bedos, esta época es personal, es cualquiera que nos haga feliz, que nos haga mirar hacia atrás y suspirar. La cinta es un viaje a nuestra memoria que se conjuga inevitablemente con nuestros sentidos. Es una retrospectiva íntima para descubrir cuál es nuestra propia belle époque.
Para su personaje principal, Victor, interpretado por un grandísimo Daniel Auteuil, su época más bella es una noche de 1974, cuando conoce a su gran amor en un bistró parisino. Por otra parte, para su esposa (Fanny Ardant) de la cual acaba de separase, esa nostalgia del pasado con la que Victor vive es la representación de su mente cerrada. Él dibujaba para la prensa, profesión que ha desaparecido, y ella es una amante de la tecnología. Su hijo (Michaël Cohen), al ver la desdicha en la que vive su padre, le regala un viaje al pasado auspiciado por la compañía de su mejor amigo Antoine (Guillaume Canet), quien se encarga de la dirección y producción de las escenas del pasado para sus clientes de gran poder adquisitivo. Victor acepta el regalo de su hijo y decide visitar a este gran amor y revivir una y otra vez, la noche en la que se conocieron.
Actores, guiones, luces, todo se hace en un set de filmación, tal y como una película es filmada. En el rol del joven amor de Victor se encuentra Doria Tillier, alma de esta película. Qué hermoso es encontrarse con actores tan humanos, con la vulnerabilidad suficiente para inundar la pantalla de ellos, de lo que sienten, de lo que buscan transmitir. Tillier es sublime, un bálsamo de ojos cafés y mirada penetrante. Daniel Auteuil es rejuvenecedor, es la personificación de la nostalgia y del tan sonado tema de que “el pasado es mejor” y Guillaume Canet…Guillaume Canet es perfecto. Siempre.
Hecha de rápidos planos, el ritmo de la película es acelerado, lo cual le da un sentido de urgencia necesario, como para decir que el Tiempo pasa y pasa muy rápido, cuando menos piensas se acaba y tu bella época es cuestión del pasado. Existe sólo una oportunidad para hacer las cosas de la manera que quieres y si no lo tomas, vuela, y es que, a pesar de darnos una segunda oportunidad, el film muestra la rapidez natural del ritmo de la vida y encontrarse frente a esa realidad es angustioso.
La película posee los elementos sin duda alguna de una comedia romántica, pero con un lado bastante oscuro, muy a la Bedos. Su cinta precedente “Sr y Sra Adelman” (2017) y esta son muy similares en el sentido de que existe una cuota de oscuridad tras sus bellas escenas y sus hermosos colores. Tras la angelical sonrisa de su eterna musa, Doria Tillier, donde se esconde una verdad dolorosa y justamente en esta película es el hecho de ver pasar el Tiempo y no poder congelarlo, es darse cuenta, al final de la película, que las máquinas del tiempo no existen y qué hermoso sería que existiese una compañía que otorgara esos servicios, que nos otorgara segundas oportunidades para volver y hacer las cosas bien o simplemente para revivir momentos que ahora sólo son parte de nuestra historia.