La virgen roja
Bajo la dirección de Paula Ortiz, quien ya nos impresionó con La novia y Teresa, La virgen roja reconstruye un suceso real que conmocionó a la sociedad española: la vida y trágico final de Hildegart Rodríguez, una joven prodigio moldeada bajo la férrea voluntad de su madre. En colaboración con Clara Roquet, Ortiz entrega un guion que aborda los límites del control, el peso de las ideologías y el coste de la libertad personal.
De que trata la película
Hildegart Rodríguez (Alba Planas) es una joven prodigio, criada por su madre Aurora (Najwa Nimri) con el propósito de convertirse en el prototipo de la mujer del futuro: libre, inteligente y líder en la lucha por los derechos femeninos. Desde su infancia, Hildegart demuestra una brillantez excepcional, convirtiéndose en una destacada activista y escritora a una edad temprana.
Sin embargo, al cumplir 18 años, comienza a cuestionar el control absoluto de su madre y a explorar su propia identidad y deseos, especialmente tras conocer a Abel Vilella, quien le muestra un mundo emocional desconocido. Este despertar provoca en Aurora un temor creciente a perder a su “creación perfecta”, llevándola a tomar decisiones drásticas que culminarán en una tragedia inevitable.
Reseña de La Virgen Roja
La película ha sido reconocida con 10 nominaciones a los Premios Goya, incluyendo Mejor Película, Dirección y Actriz Protagonista… Ah no calla, que que la academia ha pasado por alto uno de los mejores papeles de Najwa Nimri. La interpretación de la actriz encarnando a Aurora Rodríguez es simplemente magistral; su capacidad para transmitir la obsesión, el control y la fragilidad de su personaje aporta una profundidad impresionante a la narrativa. Por su parte, Alba Planas, en el papel de Hildegart, ofrece una actuación conmovedora, reflejando la dualidad entre la obediencia filial y el anhelo de libertad.
La atmósfera creada por Paula Ortiz dentro de la casa familiar es asfixiante y envolvente, utilizando una cuidada dirección de arte y una fotografía que juega con luces y sombras para reflejar el estado emocional de los personajes. La música complementa perfectamente la tensión creciente de la trama.
Uno de los puntos más destacados de la película es su capacidad para mantener al espectador en vilo, incluso cuando se conoce el desenlace de la historia real. Sin embargo, algunos podrían considerar que el ritmo se torna pausado en ciertos momentos, lo que podría afectar la atención de una parte del público.
Por mi parte asistí a la proyección de La virgen roja sin conocer nada de la historia de Hildegart Rodríguez, y salí del cine profundamente impactado. La película no solo relata una tragedia personal, sino que también invita a reflexionar sobre las consecuencias de imponer ideales extremos y controlar la vida de otro ser humano. No puedo evitar preguntarme en qué se podría haber convertido Hildegart si hubiera tenido la oportunidad de vivir su vida plenamente, libre de las ataduras maternas. Su potencial era inmenso, y su final prematuro nos deja con la inquietante sensación de una pérdida irreparable para la sociedad y para la historia del feminismo en España.
La virgen roja es una obra cinematográfica que, con sobriedad y profundidad, nos confronta con los peligros de la obsesión y el control, y nos recuerda la importancia de la libertad individual y el respeto por la autonomía de los demás.