The Bear
Antes de empezar mi review de las dos temporadas de The Bear debo avisar uno: que, aunque no habrá spoilers, sí varias reflexiones que pueden condicionar su visionado.Y dos: no puedo ser objetiva con Jeremy Allen White porque me enamoré de él hace muchos años y lo acompañé durante nada más y nada menos que 11 temporadas en Shameless. La serie que nos enseñó que lo de ser buena persona está sobrevalorado porque al final la vida te va a joder igual. He visto muchas series antes y después, pero esa intro me fascina y las botas de Lip Gallagher en ese plano de medio segundo…constituye mi escena erótica favorita.
Dicho esto, comenzamos.
The Bear es una ¿comedia?, dramática creada por Christopher Storer que se estrenó en junio de 2022. Cuenta las desdichas del chef Carmen «Carmy» Berzatto, que deja su puesto en la alta cocina para volver a casa y dirigir el negocio familiar que regentaba su hermano en Chicago: Mr. Beef. Un local en el que reina el caos, la insubordinación y todo lo que no te gustaría saber de ese sitio en el que te comes tu bocadillo favorito.
Hago un inciso para indicar que el otro día, al comenzar la segunda temporada, decidí hacerme la guay y pedirme un bocadillo de ternera para ambientarme…y me mandaron esta aberración rellena de lentejas. Espero que Sanidad, Diosito y el karma se enfoquen tanto en castigar ese restaurante como lo hacen con el pobre Carmy.
Pedirme un bocadillo de ternera para entrar en situación viendo #TheBear.
Que manden esta aberración rellena de lentejas.
P.D. Además tengo fiebre. Háblame de dramas, Carmy #TheLoser pic.twitter.com/GWeVhc293q— Zulay Montero (@zulaiki) August 17, 2023
Durante la primera temporada el foco, la cámara y la tragedia se enfocan en el joven chef. En su mente resuenan las críticas, ese jefe tóxico que le hundió la autoestima, los problemas familiares, la incapacidad de conectar emocionalmente con nadie. Carmy está solo porque le da pánico abrirse. Se siente seguro en la cocina, dentro de su caos organizado. Llega enfadado pero también con ambición. Quiere convertir ese local decadente en el sitio de moda. Y se encuentra con los trabajadores más apáticos y desganados del mundo. El que se lo pone más difícil es su “primo” Richard interpretado magistralmente por Ebon Moss-Bachrach (Girls) un hombre cansado de todo con afán de protagonismo y con nula capacidad para la autocrítica. Carmy es chef de élite. Está acostumbrado a la exigencia, a la excelencia. Ha trabajado con los mejores, él mismo fue el mejor en algún momento que en sus pesadillas le resulta lejano. Sabe todo lo que un buen líder no debe hacer y se esfuerza por no caer en los estereotipos que convierten un ambiente laboral en tóxico.
The Bear retrata el trepidante, asfixiante, agobiante y estresante mundo de la hostelería. Un mundo que solo sabes cómo afecta cuando lo has vivido desde dentro. Cuando te has enfrentado a las exigencias desmedidas de los clientes y has tenido que contestar con una sonrisa a sus salidas de tono. Así noche tras noche, empujando la piedra colina arriba como el pobre Sísifo, sabiendo que tu hazaña es tan desmedida como absurda. Entre sartenes sucias, sistemas de seguridad inexistentes y mesas grasientas, Carmy encuentra la esperanza en Sydney (Ayo Edebiri) una joven y prometedora chef con una ambición desmedida a la que no le importa sacrificar todo por alcanzar su sueño. Carmy se convierte en su mentor y en ocasiones en su verdugo. Desdibujando la fina línea que existe entre ser un buen líder y un mal jefe.
El final de la primera temporada rompe con todo cuando encuentra un mensaje de su hermano que le da el impulso necesario para hacer lo que siempre había querido. De su mano los empleados de The Beef crecen y evolucionan. Se enfrentan a sus miedos y crecen porque los obliga. En la segunda temporada la cámara deja de enfocar tanto a Carmy y nos muestra a su familia elegida. Aquellos que lo acompañan en su caótico viaje del héroe. The Bear puede parecer en este punto una oda al capitalismo y el neoliberalismo “puedes conseguir todo lo que te propongas” a mí me parece justo lo contrario. Una crítica que nos enseña que, aunque tengas todas las oportunidades al alcance de tu mano, la precariedad, inseguridades, los problemas familiares, traumas y sobre todo tu propia mente, te pueden alejar del éxito.
De la depresión aprendes a valorar cada puto segundo porque te haces plenamente consciente de lo poco que dura el efecto de la serotonina en tu cerebro. Es por eso que consigues recordar con intensidad el color de un atardecer, el sabor de un cóctel de mango o cómo quemaba el sol en Canadá.
En la boda de mi mejor amiga el cura dijo que en estos tiempos querer a otra persona es revolucionario. Y no sólo, dijo, hablo del amor de pareja, si no de querer a todos aquellos que nos rodean, a la familia propia y la elegida. Admito que no me emocionaba tanto un discurso de un cura desde que el de Fleabag nos enseñó que amar no es para cobardes.
Hay una analogía muy bonita que hacen explicando por qué las palabras Hospital y hospitalidad están conectadas. Y es que cocinar a alguien que quieres está muy cerca de sostener su mano o tratar de aliviar su dolor.
En la vulnerabilidad de Carmy habita la fortaleza del oso que cuida y protege a su camada ayudándoles a recorrer de su mano los pasos que él tuvo que hacer solo. En el capítulo 6 de la segunda temporada (una obra de arte, si me permitís) Carmen está frente a su madre en la cocina sin saber cómo ayudarla. En su propia cocina ve como se convierte en ella y trata de no perder la razón y enseñarles a los demás (y especialmente a él mismo) que si quieres saber cómo cuidar tienes que aprender a dejar que te cuiden.
Y si no has comido en todo el día y lo único que te apetece es una tortilla, pídela. Porque en esa receta sencilla reside todo el cariño y el apoyo de los que te quieren y tu propia pasión que creías perdida.
The Bear no va de cocina, va de liderazgo, de soledad, del miedo patológico que se ha implementado en esta sociedad a querer mucho y querer fuerte. A ser vulnerables y dejarnos querer. También va de lo mucho que necesitamos a la familia, a la propia y sobre todo a la elegida.
De joven trabajaba con mi hermano en un restaurante, cuando se enfadaba mucho, o se estresaba, se escondía con los barriles de Cruzcampo y yo tenía que lidiar con el drama fuera y él me decía “déjame aquí tranquilo, al fresquito” Supongo que The Bear es ese recuerdo bloqueado que de repente aparece y te hace sonreír. Son los espaguetis con tomate que el cocinero hacía para todos cuando terminábamos el turno y que a mi me enfadaban tanto. Es una receta sencilla, no tiene ninguna complicación y no entiendo por qué tengo que pasarme más tiempo con esta gente que llevo aguantando todo el día.
Every “fucking” second counts, haz que valga la pena.
A lo mejor de eso iba la vida.