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Tucker y Dale contra el mal | Blog de cine

Con la apabullante llegada del verano no queda más remedio que bajar el ritmo. Las neuronas no siempre funcionan como deben y los ánimos no son los mismos. Es por ello por lo que surge la necesidad de un consumo audiovisual mucho más ligero y con menores pretensiones. De ahí la película que vengo a comentar hoy: Tucker y Dale contra el mal.

Tucker y Dale son dos amigos que buscan relajarse durante sus vacaciones en una destartalada cabaña que han conseguido en el bosque. Pero lo que parecían unas tranquilas vacaciones se complicará cuando en su camino se crucen a un grupo de universitarios, que por culpa de un accidente dará lugar a un gigantesco malentendido.

Quizá malentendido sea la mejor palabra para describir todo lo que sucede en Tucker y Dale contra el mal, una bola de nieve que no deja de crecer y que prácticamente no decae en ningún momento. Y esto le da su inherente carácter a la película, una comedia slapstick con todas las letras de la palabra. Puede que al principio parece que tira de un humor más absurdo y que los frentes presentados no se van a cruzar, incluso se podría argumentar que su ritmo de presentación de los personajes no es el más idóneo, pero a partir de la primera gran confusión y de la importante falta de comunicación todo va sobre ruedas en un espectáculo de serie B donde la sangre y la comedia son las reinas de la función. Incluso hay algún momento dramático muy puntual que no rechina el conjunto.

Con el planteamiento de usar limitadas localizaciones y centrarse en una cabaña del bosque como telón de fondo, es sencillo establecer paralelismos con otras películas de terror, ya sea Posesión infernal por las secuencias grabadas en el imaginario colectivo o La cabaña en el bosque por la carta de amor y simultánea deconstrucción del género. Sorprendentemente, el filme no se limita a seguir el abecedario del slasher, sino que también juguetea con los clichés y los esquemas más clásicos de los personajes para darles una pequeña vuelta de tuerca, y comparte alguna que otra similitud con Feliz día de tu muerte. Por no mencionar que las muertes de los personajes son tan hilarantes y hay un punto de comedia negra muy bien buscado, que, sumado a la creatividad de estas, es inevitable no acordarse de Destino final.

Tucker y Dale contra el mal

Ya que han salido a la palestra los personajes, hay que detenerse brevemente con ellos. Tucker y Dale con un primer vistazo serían lo que se conoce como white trash, pero como la historia adelantará, las apariencias y los prejuicios engañan. Ambos forman un dúo de amigos que tienen cierto patetismo sobre sus espaldas, pero uno no puede evitar cogerles cariño a esos dos “inadaptados” similares a Shaun y Ed en Zombies party. Allison también es un gran personaje con el que los estereotipos acaban cayendo respecto a la primera impresión que se tiene de ella, y lo mismo sucede con Chad, del que es mejor no desvelar nada.

Si hay algo malo que decir de Tucker y Dale contra el mal, diría que pese a su duración estándar sí hay alguna escena que se puede sentir alargada de más, eso y una minúscula incertidumbre de saber cómo pueden ir haciendo el malentendido más grande sin caer en el más absoluto escepticismo. Por lo demás la película funciona como un mecanismo bien engrasado donde todos sus elementos tienen razón de ser y están muy bien construidos. Y diría que es imposible acabar de verla sin una sonrisa junto con las carcajadas anteriores.

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