Un gángster para un milagro
No es temporada pero hoy vamos con una de esas películas que huele a Navidad por los cuatro costados, aunque curiosamente en ningún momento se haga referencia a dicha festividad.
La relación es quizás subjetiva pero me resulta inevitable no pensar en ¡Qué bello es vivir! cuando se habla de Frank Capra. Si además se le suma la ternura de la historia la deducción comparativa sale a flote por sí misma.
Sucedió una noche o Arsénico por compasión, són algunas de las más conocidas comedias del director Frank Capra. Comedias clásicas con un punto punzante. Enredo y diversión corren a sus anchas por ellas, eso sí pagando el precio de un dulzor en ocasiones exagerado. Pero lo pagamos encantados porque el resultado final es siempre un sueño agradable, que de vez en cuando va muy bien para salir de la crudeza y frialdad de algunas pesadillas.
Un gángster para un milagro, la película que hoy nos ocupa, cuenta las peripecias que le ocurren a un gángster de Nueva York mientras intenta ayudar a su amiga Apple Annie, una mendiga a quien se le viene el mundo encima cuando recibe la noticia de que su hija va a venir a visitarla.
Bette Davis, la mendiga. Glenn Ford, el gángster. La combinación de ambos talentos, la explosión de emociones y risas que provoca la película. Repitiendo, en cierto modo, el patrón del Pigmalión las situaciones que acontecen, una detrás de otra, otorgan un hilo de intriga al conjunto que resulta un delicioso trago.
Un gángster para un milagro es una película que gustará a amantes del género y del cine clásico en general.