Hombres, mujeres y niños.
O el segundo resbalón de Jason Reitman después de “Una vida en tres días“(2013).
“Hombres, mujeres y niños” nos habla, a través un mecanismo narrativo de historias entrelazadas, sobre la degradación de las relaciones personales debido al abuso de las nuevas tecnologías.
De una forma completamente pretenciosa, el director intenta arrojar luz sobre un tema más que caducado y tratado hasta la saciedad, mostrándolo como un melodrama moralista con un reparto coral donde todos los personajes están interconectados de alguna u otra forma por las adicciones, la rebeldía o, paradójicamente, la incomunicación.
Las historias que nos cuenta Reitman durante las casi dos horas que dura la película aparecen deslavazadas y faltas de desarrollo, quedándose solo en la superficie del tema a tratar. Además de esto, los personajes ofrecen poca profundidad psicológica y sus comportamientos, aún habiendo algunos que en los primeros minutos podría parecer que tienen potencial, son universales y totalmente clásicos. Estos no son otros que los problemas de los adolescentes experimentando sus primeros amores y sus primeros engaños, la depresión o el deseo de ser aceptado; y por parte de los adultos la insatisfacción vital, las infidelidades o la pérdida de pasión en el matrimonio.
Los personajes están excesivamente estereotipados y sus tramas se resuelven de una forma tan facilona que llega, en ocasiones, al punto de rozar el telefilm.
En definitiva, “Hombres, mujeres y niños” es una película sin alma, con cierto tufillo pedante y que no aporta nada nuevo más allá de la mera muestra de los nuevos mecanismos sociales.
Da la sensación de que Jason Reitman se dejó en “Juno“(2007) y en “Young Adult“(2011) toda su rebeldía y descaro, y que ya tiene poco o nada que ofrecernos.
