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Minority Report

Coincidiendo con su décimo quinto aniversario, decidí poner fin a una de mis asignaturas pendientes dentro de la ciencia ficción y de la vasta filmografía de Spielberg. Y tras su visionado, vengo a comentar una serie de aspectos que me han convencido y otros que no.

Basada en un relato de Philip K. Dick, nos situamos en el año 2054 en la capital estadounidense, Washington DC. Gracias a la unidad Pre-Crimen, los asesinatos en la capital son prácticamente nulos, pues este sistema gracias a unos seres llamados precogs, permite visualizar los asesinatos antes de que se produzcan por lo que los responsables de los crímenes son arrestados antes de que se materialicen los terribles sucesos. John Anderton es uno de los agentes más conocidos de la unidad Pre-Crimen y tiene plena fe en ese sistema, pero sus creencias serán puestas a prueba después de que los precogs le vinculen directamente con un asesinato.

He de decir que mi pese a que su material de base es de un escritor cuyas historias no son precisamente una ciencia ficción ligera y palomitera, no esperaba que hubiese tantas reflexiones filosóficas. El dilema que propone la película tiene que ver con una constante contraposición entre lo humano y lo digital. Y es que pese a los años que ya tiene la cinta, la pregunta de hasta qué punto la tecnología y los avances son perfectos e infalibles sigue estando muy presente en la actualidad. Un debate que aunque ya se haya visto en numerosas ocasiones no deja de ser interesante. Otra constante en todos los tonos, ya sea de manera literal o de forma metafórica, son los ojos. Un conocido refrán enuncia que “los ojos son el espejo del alma” y en esta cinta, ese refrán alanza su máximo exponente. Me cuesta recordar otro film en el que dichos órganos adquieran tanta importancia.

Minority Report

La mencionada contraposición no solo está presente a nivel temático. En lo que a la estética se refiere, la ambientación cyberpunk está a la orden del día con unos grandes carteles en medio de la ciudad con mensajes personalizados y multitud de pantallas táctiles, por no mencionar la lluvia. Pero al mismo tiempo hay varios callejones en los que abunda la droga y la podredumbre, creando un contraste bastante curioso. Y si en el diseño de la ciudad donde trascurre la acción hay dos elementos muy diferenciados, a la hora de usar los efectos especiales sucede lo mismo, pues hay una perfecta simbiosis entre elementos artesanales y CGI, motivo por el que el film ha envejecido francamente bien. Unos resultados muy meritorios por parte de los encargados habituales de fotografía, montaje y dirección artística del conocido director.

Pese a que el género donde es más probable encasillar la cinta es la ciencia ficción por todo el entorno y la premisa, también logra funcionar como película de acción y suspense, aunque bajo mi punto de vista está mucho mejor conseguido el suspense en varias secuencias a lo largo del metraje, especialmente en el inicio. Pero como no, si el protagonista de la película es Tom Cruise debía de tener escenas muy solventes de acción (aunque me atrevo a afirmar que durante estos años todavía no se había entregado por completo a este género). Cumple con creces en las secuencias más arriesgadas y su personaje logra tener las capas suficientes para que el espectador sienta cierta empatía por él. Aunque su personaje funcione en gran medida gracias a la presencia de Cruise, lo más llamativo ha sido ver la relación de enemistad entre él y Danny Witwer, el personaje interpretado por Colin Farrell. Y los personajes de Agatha y Lamar también logran ser muy interesantes pese a que con un primer vistazo no sea así.

Estás hablando de predeterminación, que sucede todo el tiempo.

Pasando a los aspectos que menos me han convencido, el principal defecto se lo achaco a su muy extensa duración. Había ocasiones en las que el ritmo de sentía muy pausado mientras que por el contrario otras veces se hacía increíblemente acelerado. Por otro lado, no ha terminado de convencerme su clímax, o mejor dicho, su falso clímax. Al tener una escena tan potente hubiera sido mejor acabar por todo lo alto y dejar ciertas cosas en el aire. Es decir, le encuentro más virtudes y menos defectos, pero no dejan de ser unos defectos considerables. Y tengo la ligera impresión de que este material en unas manos menos capaces que las de Steven Spielberg habría resultado en un sonado fracaso.

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