Begin again
¿Puede una canción salvar tu vida?
Este era el título que originariamente iba a tener la película de John Carney, que en 2006 ya nos cautivó con Once. Ahora, el guionista y director irlandés vuelve con Begin Again, una historia con un planteamiento inicial muy similar al de su anterior film, repleta de tópicos sumamente bien planteados y con una atractiva envoltura que hace que el espectador conecte rápidamente y se involucre en la trama de una manera casi inconsciente.
A medio camino entre la comedia romántica y el musical, pero con una estética y una filosofía cercana al indie, Begin Again nos presenta a la pareja formada por Gretta (Keira Knightley) y Dav (Adam Levine) que están unidos por una misma pasión: la música.
Un buen día a Dav le llega la noticia de que una importante discográfica neoyorquina está interesada en su trabajo y quiere ofrecerle un contrato, así que la pareja decide trasladarse a lo que ellos creían que iba a ser la ciudad de sus sueños, pero en el momento en el que, una vez allí, el joven músico comienza a saborear las mieles del éxito, Gretta pasa a un segundo plano.
Es este momento es cuando aparece en escena Dan (Mark Ruffalo) para ofrecernos el papel más brillante de la película interpretando a un productor musical que, al igual que Gretta, tampoco está atravesando el mejor momento de su vida.
Demostrándonos cómo un encuentro fortuito puede cambiar el destino de nuestras vidas, Dan y Gretta se enzarzan en el juego de la fascinación mutua, con una complicidad y una sensibilidad casi poética, haciendo que, poco a poco, la derrota y el desengaño pasen a un segundo plano. Y de lo demás se encargará más tarde la música.
Mención aparte merece la maravillosa banda sonora, cuyas canciones están elegidas con una elegancia primorosa, y que en determinados momentos pasan a convertirse en el diálogo total de la película.
Begin Again, nominada en los premios Oscar 2015 a mejor canción por ‘Lost Stars”, reivindica la música como el auténtico lenguaje universal y su vez aporta un soplo de aire fresco a este género cinematográfico, tan ajado y falto de luz, ofreciéndonos un lugar acogedor en el que podernos reconciliar con el universo, al menos durante una hora y media.