Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?
Un francés católico y gaullista, un chino, un musulmán y un judío se convierten en familia. Lo que comienza como el típico chiste no acaba siendo otra cosa que una realidad para una familia francesa acomodada, que ha visto como cada una de sus hijas se ha casado con un hombre con orígenes inmigrantes.
“Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” sigue la senda del éxito iniciada hace años por el cine francés, que prácticamente se atreve con todo sin renunciar al buen gusto y al simple sentido del humor de cualquier ciudadano normal. Señor@s, el cine francés hace tiempo que nos comió la tostada en el mundo de la comedia, sin necesidad de acudir a lo soez, lo vulgar o lo ordinario (llámese Torrente), o a regionalismos tan típicos que hacen que nuestra comedia sea poco exportable. La nueva comedia francesa universaliza los temas que propone para que cualquier persona pueda asumir como propias situaciones que a cualquiera consigue sacar una sonrisa, con el toque francés a modo decorativo y reivindicativo.
“Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” se burla de religiones, de razas y del ser humano y sus convicciones en general. Pero lo hace de tal manera que no resulta ofensivo, aunque seguro que en alguna parte del mundo alguien la prohibirá por resultar toda una blasfemia, o porque alguien sin dos dedos de frente y un espíritu dictatorial la considera incitadora de violencia xenófoba.
Imaginaos una familia francesa muy tradicional con fuertes convicciones religiosas católicas. Un matrimonio y cuatro hijas: la primera se casa con el hijo de inmigrantes argelinos y musulmán; la segunda se casa con el hijo de inmigrantes judíos; la tercera se casa con el hijo de unos inmigrantes chinos. Cada uno de los yernos tiene lo suyo. Pero, ¿será la cuarta hija la que dé una satisfacción a sus padres?
En definitiva, una peli con mucho sentido del humor que no debéis perderos si queréis pasar un rato estupendo.
