John Wick: Chapter 4
Chad Stahelski comenzaba en el 2017 a construir una saga de acción y venganza bastante ridícula, John Wick. Un protagonista de manual, que le asesinan a la esposa, al perro y tiene 4 entregas para buscar venganza, o sea hay muchos argumentos idénticos.
Estrenada la nueva secuela, que ha recaudado $429 528 295 pudiera ser que esta vez sea la menos deficiente. John Wick, legendario asesino retirado, vuelve de nuevo a la acción impulsado por una incontrolable búsqueda de venganza. Al tener que luchar contra asesinos sedientos de sangre que le persiguen, John tendrá que llevar sus habilidades al límite si quiere salir esta vez con vida.
Con un metraje cuestionable de 3 horas, Stahelski no se preocupa por cambiar nada, llevamos años viendo a Wick casi inmortal, luchando contra 100 asesinos por saga y nunca le hacen daño, vamos que ni Michael Myers. La misma fotografía, los mismos planos, las continuas escenas de pelea, sangre y sudor, no hay historia, nunca la hubo, ahora el protagonista quiere la libertad y surge la posibilidad de un duelo.
El problema de películas de este tipo es que además de no ser originales, la siguen estirando y evidentemente llega la saturación. Da igual si el director intentó copiar una estética de videojuego, lo verdaderamente significativo es que ya el arco dramático terminó y hacer series, spin off es la única forma que tienen de seguir recaudando.
Nunca aplaudí a Keanu Reeves ser el protagonista, es un actor que cae bien, pero su imagen de Neo lo perseguirá eternamente, además su proyección escénica es autómata, carece de expresión. Donnie Yen se impone no solo por su personaje, sino por la elegancia, por la manera en que aborda su rol, no es que sea buen actor es simplemente que transmite más que el propio Reeves. A Bill Skarsgård nunca le darán papeles de chico bueno y eso lo está sepultando en su carrera.
John Wick 4 tiene los mismos disparates de las anteriores, entretiene pero nada justifica su existencia, no aporta nada a la memoria cinematográfica.