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Noche de miedo

Como buena seguidora de los vampiros en el apartado audiovisual y en casi todas sus vertientes, es mi pequeña misión personal ir poco a poco viendo todo lo relacionado con estas criaturas sedientas de sangre. Y aunque parezca que a estas alturas tengo un bagaje considerable, siempre hay alguna película o serie que se resistía en mi cada día más grande lista de pendientes, como es el caso de hoy, una deuda a la que debía ponerle fin.

Charley Brewster es un adolescente estadounidense común y corriente. Tiene una buena relación con su madre, un número limitado de amigos, las hormonas revueltas que le suponen tiras y aflojas con su novia Amy y es fiel seguidor de Peter Vincent, un actor y presentador de películas de terror venido a menos. Pero su vida da un vuelco cuando llega un nuevo y extraño vecino a la casa de al lado, Jerry Dandrige, quien Charley está convencido de que se trata de un vampiro.

La cinta deja claras sus intenciones desde el primer minuto, que no son otras que un afán paródico de las más clásicas películas de vampiros como el Drácula de la Hammer o a la propia figura de Vincent Price en el personaje de Peter Vincent, solo que traídas a la década de los 80. Y con esa intención paródica, no es de extrañar que el tono que predomine sea el cómico. Sin embargo, por mucha intencionalidad que haya detrás, este tono paródico tarda en asentarse y en sentirse genuino, pues sobre todo en el primer acto la atmósfera llega a ser tan sumamente exagerada que cuesta tomarse nada de lo que sucede en pantalla con un mínimo de credibilidad y aceptación. Por fortuna, cuanto más protagonismo se le otorga a Jerry más estimulante se vuelve el filme, ya que la autoconsciencia y el tono más desenfadado es mucho más orgánico en un conjunto que se siente sacado de un VHS.

Aparte de su importante capacidad para reírse de sí misma, el hecho de que la acción tenga lugar en la década establecida facilita que se hagan leves comentarios sobre la vida de la clase media en Estados Unidos a través de las relaciones que mantiene Charley con su madre y sus amigos, sobre la nula importancia respecto al trabajo de las autoridades, como figuras de antaño en el terror han entrado en un declive sin punto de retorno, al igual que el tipo de cine que se dedicaban a hacer; o ligeras pinceladas a la sexualidad de aquellos años. Y su contexto también da lugar a grandiosas secuencias de especiales prácticos donde podría parecer que todo el desarrollo de la acción y las escenas en sí han conducido a ese alarde técnico.

Noche de miedo

Volviendo al punto de la sexualidad, se trata de un apartado que cobra especial importancia a medida que la cinta transcurre, pues se mezcla la parte más clásica de los vampiros con la más moderna. Por supuesto que el monstruo en cuestión todavía posee las fortalezas y debilidades que el imaginario colectivo le ha otorgado, pero al fin y al cabo ese monstruo lleva mucho más visible el disfraz de humano con el que es capaz de seducir a su antojo a quien desee, tiene ayudantes que se encargan de las tareas complicadas aunque él no teme ensuciarse las manos si la situación lo requiere y pasa tiempo entre las sombras de su hogar pero se desliza por las sombras y los callejones de la ciudad como si fuesen suyos. Es bastante interesante toda la subtrama dedicada a la sexualidad y la sensualidad que exhuma Jerry y como acaba siendo determinante para poner en aprietos la relación entre Amy y Charley, casi siguiendo el mismo esquema que el Drácula de Stoker, Jonathan Harker y Mina/Lucy y pone de manifiesto, otra vez, esa mezcla entre lo viejo y lo nuevo con mejores resultados de cara al tercer acto.

En cuanto a los actores, indiscutiblemente el rey de la función es Chris Sarandon como Jerry, quien es un deleite en todas las escenas donde aparece y se nota a leguas que se lo ha pasado en grande interpretando al carismático vampiro. Y por supuesto no puedo dejarme a Roddy McDowall como Peter Vincent, esa figura legendaria dentro del terror que ha quedado reducido a un personaje más bien patético pero que dentro de todo, en su patetismo posee cierta ternura.

No pasará a encabezar los puestos altos de mi lista sobre los vampiros, pero como la gran mayoría de historias sobre estos hijos de la noche, tiene puntos interesantes sobre los que ahondar y siempre regalan un buen rato.

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