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La herida

La herida, debut en la dirección de Fernando Franco, narra la historia de Ana una chica que, a priori, aparenta una completa inserción en la sociedad. Tiene pareja, un trabajo, amigos. Pero poco a poco, a medida que se va rascando en su intimidad el espectador va descubriendo que todo eso no es más que fachada. Ana no resulta ser la Ana externa que intuíamos sino que se convierte en una chica con graves problemas psicológicos y relacionales que le impiden vivir su día a día con total tranquilidad.

Marian Álvarez se encarga de dar forma a la protagonista de la historia y dicho sea de paso da forma de un modo espectacular. Pasa a ser la única protagonista de la película y sobre ella recae todo el peso de la acción. Los noventa minutos completos están dedicados a su personaje. La actriz no se encoge ante el reto, al contrario, logra salir más que airosa de semejante atención, acción que le ha llevado a recibir el Premio Especial del Jurado en el recientemente celebrado Festival de San Sebastián como mejor actriz.

Es innegable la impresionante labor que la actriz realiza en La herida. En papeles de este tipo en que el actor se convierte en el único eje de todas las acciones, la presión y el estrés pueden jugar una mala pasada al actor y llevarle a una debacle interpretativa que, en lugar de encumbrar le lleve a todo lo contrario. Marian Álvarez se convierte en el centro inmutable de todos los planos. Cuando el espectador sale de la sesión, sale con la sensación de conocer a la actriz, físicamente hablando claro está, palmo a palmo. La película se convierte en una orgía de planos sobre el cuerpo de la protagonista, que si ahora plano medio, que si ahora primer plano, que si ahora la seguimos de cerca en subjetivo. Algún plano de cuerpo entero se escapa pero no demasiados no sea que el espectador salga del hermetismo y la angustia al que es sometido desde que empieza la película hasta que termina. Planos y ambientes cerrados y espesos, incluso en plena calle, que provocan la sensación de claustrofobia responsable de crear la angustia irrespirable que nos une al existir de la protagonista, más si cabe aún, que las imágenes de las autolesiones que se provoca la protagonista. Actos que aunque quizás no debiera ser así, ya no nos sorprenden, ya no asombran. El espectador ya se ha acostumbrado a eso. No es nuevo ni tan solo se le intenta dar una nueva visión.

Aquí es donde falla la película. Tenemos una magistral interpretación, un ambiente conseguido, una historia interesante pero le falta la chispa que haga prender el fuego. Alguna vez os ha pasado seguro que habéis ido corriendo hacia una ventana esperando ver desde allí un magnífico paisaje pero cuando llegáis a ella la única visión que se ha conseguido ha sido la fachada del edificio de enfrente. Esa sensación es la que provoca La herida. Desde esa ventana efectivamente hemos visto algo, al fin y al cabo era un paisaje aunque fuera de piedra. Pero ha sido un paisaje en el que no entraba la luz. Esa luz, ese hilo que te ate a la historia es el punto débil que se desprende de la película. Aún así, el director ha conseguido un buen resultado en su primer trabajo, no redondo pero casi. Habrá que seguir sus próximos pasos con atención.

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