Nadie
Como fiel seguidora de la películas de John Wick y de las cintas similares que han ido saliendo a lo largo de los años gracias al éxito de estas, cuando supe que algunos de los responsables de John Wick tenían un proyecto de similar calibre entre las manos supe que más pronto que tarde acabaría echándole un vistazo.
Hutch Mansell es un tipo corriente y aburrido, casi se podría considerar un nadie. Su perfecta y ordenada rutina se ve interrumpida una noche cuando un par de ladrones de poca monta se cuelan en su casa, pero Hutch les deja marchar, provocando que la relación con su familia comience a deteriorarse. Esto solo servirá para Hutch canalice toda su rabia y trate de localizar a los ladrones, llevándole a una espiral de violencia que creía olvidada.
Lo cierto es que la película no podría comenzar de mejor forma, con el protagonista en in media res captando inmediatamente la atención del publico y provocando que la gente se pregunte cómo un tipo que parece bastante normal ha llegado a meterse en semejante lío. Esa curiosidad no hace más que aumentar cuando a continuación se muestra a través de un montaje rápido pero muy efectivo en qué consiste la rutina de Hutch, hasta que finalmente se muestra el detonante, que de forma inevitable recuerda al personaje de Keanu Reeves. Y si bien la transformación de hombre de clase media a persona con cierta determinación por cumplir con un propósito es orgánica y loable, lo que es exclusivamente la trama tarda en arrancar, pues no es hasta más adelante que se explica de manera vaga porque Hutch se comporta de esa forma, haciendo que el ejercicio de empatía tarde más en llegar más allá de la característica de que es un hombre corriente, en teoría.
Como no podía ser de otro modo, más allá de la historia, el principal atractivo que debe tener una película de este calibre reside en las escenas de acción. Dado que la trama tarda tal vez más de la cuenta en presentarse, la acción también tarda más en llegar, pero cuando finalmente aparece en pantalla no defrauda. El montaje es claro, la cámara nunca pierde de vista al sujeto de la acción, no hay un exceso digital de efectos; los golpes, patadas y tiros con diferentes armas se sienten pesadas y las coreografías tienen el equilibrio perfecto entre pesadas y ágiles, por lo que el acabado visual de la acción resulta muy compacto y hace el público sepa distinguir en todo momento de donde proceden los movimientos, haciéndolos estilizados pero cuando la ocasión lo requiere también creando una violencia que no es para nada “agradable” de ver.
El encargado de dar vida a Hutch Mansell no es otro que Bob Odenkirk, quien con un primer vistazo resulta una opción idónea para encarnar a un hombre de mediana edad común y corriente del que nadie sospecharía nada, tan solo se limitaría a ser un tipo más, o como mucho alguien con algún intelecto y generoso uso de la ironía como su famoso personaje de Breaking Bad. Y es una sorpresa muy grata como también es capaz de desenvolverse en el terreno físico, atestando puñetazos, navajazos y tiros por sí mismo, ya que la mayoría de sus escenas de riesgo las hace el propio Odenkirk. También resulta una grata sorpresa el personaje de Christopher Lloyd, que parece un secundario más y acaba siendo un completo roba escenas además de añadir un punto de comedia que siempre es de agradecer.
En líneas generales, se trata de una película que da exactamente lo que promete aunque no tenga una secuencia, unos personajes o un conflicto memorable, pero que como cinta de entretenimiento puro y duro es más que suficiente.
