Pues me hizo gracia la primera parte de Perros callejeros y vi también la segunda: Perros callejeros II con mismo director (José Antonio de la Loma) y mismo protagonista (Ángel Fernández Franco, el Torete).
En este segundo acercamiento a las vidas de estos (no tan pequeños ya) delincuentes, se parte de la premisa que ya se ha hecho una película sobre el Torete y como siguen sus vidas aún con eso… y para mí se torna un tanto confuso. Además el Torete está intentado “reformarse” pero la sociedad y las circunstancias hacen que esto le resulte muy complicado, sobre todo cuando es acusado de participar en un asesinato y metido en la cárcel de forma cautelar. Pero ayudado por la gente que le rodea Ángel (el Torete) irá recabando información y reconstruyendo los hechos para lograr una coartada.
En Perros callejeros II, todo se torna más agresivo, más radical e intenso. Los robos y las fechorías pasan a ser tramas organizadas y asesinatos por doquier. No dudo que esa sea la progresión que se sufre cuando estás metido en ese mundo pero con ello, la secuela pierde frescura. Además, aunque la banda sonora sigue siendo pura rumba, con temas de los chunguitos sobre todo, escasea el otro punto fuerte, las persecuciones en coche, salvo la que abre la película que es incluso mejor que las de la primera parte, con el 1430 de la policía y el Chrysler 150 conducido por el Torete.
En definitiva, aunque me sigue gustando este género de cine quinqui, ver la tercera parte de Perros callejeros, me va a resultar más difícil. Pero se verá.
