Sombras en el paraíso

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Sombras en el paraíso

¿A quién no le ha pasado que un día donde todo sale mal, donde la vida parece que se echa encima, donde parece que todo pesa más, que aparece la brillante idea de ponerse canciones tristes para ponerse incluso más triste? Pues esta manía resulta que no solo la he aplicado en la música, sino que también ha llegado hasta las películas y quien mejor que Aki Kaurismäki para hacer compañía con ese estado de ánimo tras un largo día para olvidar.

Nikander es un conductor de camiones de basura con grandes planes de futuro ve como sus ilusiones se desvanecen cuando su compañero de trabajo fallece inesperadamente. Pero parece que el destino le tiene reservada una contraparte positiva cuando una noche conoce a Ilona, una cajera de supermercado con la que rápidamente crea un vínculo emocional.

A pesar de todo el ambiente gris y la miseria de la clase trabajadora a la que se ven abocados los personajes de la cinta, siempre resulta sorprendente cómo Kaurismäki logra crear su propio estilo de mezclar lo trágico y lo cómico de maneras inesperadas. Tan pronto como se expone una situación monótona que haría que más de uno apartara la vista por tratarse de algo tan poco interesante como la jornada de recogida de basura de un camionero ganándose la vida de manera honrada, como de repente ese mismo personaje puede tener una conversación cotidiana cuanto menos extravagante, con cierta ironía y humor negro, y porque no decirlo, las diferencias culturales sobre el espacio, los silencios y la charla banal de los países nórdicos al principio pueden chocar mucho en comparación con otros estilos de comunicación, pero es como probarse zapatos nuevos: al principio pueden no ser del todo cómodos, solo que una vez domados se adaptan a la forma del pie.

Y si bien el filme navega entre la fina línea del drama con crítica social y la comedia incómoda, no se conforma con esos tonos. La película se mueve por la comedia y el drama romántico entre bares de aire viciado y gramolas eclécticas, pisos minimalistas, playas de arenas grises y cielos muy nublados, pequeñas tramas que juegan con el suspense más propio de Hitchcock y comedia costumbrista absurda donde casi cualquier evento puede pasar. Pero como acostumbra el realizador finlandés, entre los silencios se pueden sentir gritos de denuncia contra la clase obrera, siendo Nikander e Ilona los dos claros ejemplos de ello. Él por tener que ir a trabajar sí o también ante el riesgo de despido si no se presenta en su puesto y ella, que tiene que saltar de un trabajo a otro con poco tiempo, bajo pretextos absurdos de despido por el capitalismo salvaje que no atiende a razones y en definitiva, sobreviviendo a los retos que le tira la vida.

Sombras en el paraíso

Pero por mucho que Kaurismäki pretenda alzar la voz sobre la invisibilización y el maltrato de la clase trabajadora en su país, un país que por otra parece aparece en cualquier ranking como uno de los más felices y con mucho predicamento de ser un ejemplo a seguir en cuestiones sociales, en ningún momento busca crear una miseria en base a la situación de sus personajes. Tan solo pone el foco en personajes comunes y corrientes a los que no se les presta atención en favor de otros más llamativos o de historias más grandilocuentes. Y en su caso este foco a veces impredecible por su estilo tan particular o las peculiaridades comunicativas no deja de ser una historia sencilla de amor, caminando por diferentes tonos pero siempre con su pareja protagonista como núcleo, dos personas que por casualidad se encuentran y que hay una química entre ambos que solo pueden entender ellos, un maravilloso hilo invisible. 

Por supuesto, en una cinta tan centrada en sus temas subyacentes y en sus personajes no se puede pasar por alto el trabajo de su pareja protagonista. Matti Pellonpää como Nikander es ese hombre taciturno y en ocasiones terco pero también curioso, no dispuesto a conformarse con su situación, mientras que Kati Outinen como Ilona en las escenas tiene la mirada perdida, así como se ve arrojada de un trabajo a otro, aguantando los primeros planos en su rostro tan característico con entereza y sin miedo a nada. 

En el fondo y no tan en el fondo es una historia de amor sencilla pero bien contada, y que por extraño que parezca, dentro de toda su atmósfera tan decadente hay una pequeña y reconfortante luz el relato para cuando ha finalizado.

LA NOTA DE FILMFILICOS

EN POCAS PALABRAS

Un drama romántico con toques de comedia que, como viene siendo habitual con su realizador, expone la realidad de la clase trabajadora nórdica.

3,5
Aki KaurismakiCine finlandésComediaDramaKati OutinenMatti PellonpääSakari Kuosmanen
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Autor/a

Palomiix (AKA Paloma Sztrancman)

Autobiografía: Graduada en Comunicación Audiovisual, pero eso es una simple excusa para pasarme el día viendo películas y series como si no hubiese mañana. Y si a eso le sumamos la lectura tenemos el 90% del tiempo pillado. Frase: "Dame una taza de chocolate y una buena historia. No necesito más para ser feliz".

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