Todo lo que sabemos sobre los hombres nos lo enseñaron las series de televisión
Crecimos viéndolas y, aunque parezca que no, con ellas hemos aprendido más que con el Micho.
Quizá el hecho de que llevásemos J’hayber, copiásemos los trabajos de la Encarta, leyésemos la Superpop y bebiésemos Malibú con piña hizo que no los pudiésemos reconocer, pero como la única forma de entender el presente es mirar hacia el pasado y, en mi afán por deconstruir, he confeccionado una muestra totalmente arbitraria con los cinco hombres que nos encontramos en las series de televisión y que, hoy por hoy, nos pueden resultar familiares.
El intelectual
Hoy, en “Megaconstrucciones”: la atalaya de superioridad del intelectual. Él es un tío guay, un modernito. Probablemente su último título sea el graduado escolar, pero le gusta ir de listo. Lleva con la misma camisa roja y negra de cuadros desde que se dio cuenta que es la que mejor queda con el filtro “Valencia” de Instagram, que es su favorito. Toda su galería son portadas de libros encima de las mesas de las cafeterías más modernas de la ciudad, acompañadas por un pie de foto digno de Houellebecq.
Nuestro intelectual no desaprovechará ninguna oportunidad para hacerse una mamadita de ego con sus conocimientos recientemente adquiridos leyendo los artículos de la Playground. Como no podía ser de otra manera, Wes Anderson es su pastor, y, por supuesto, ama la poesía de Luna Miguel por encima de todas las cosas. Además, sorpresa: también hace pan ¡con masa madre! ¿A que no te lo esperabas?
Al intelectual lo reconoceremos fácilmente en cualquier personaje que interprete Santi Millán, porque lo de ser un moderno con ínfulas lo lleva en la sangre.
El máquina
También conocido como “mostro”. Podría ser tu cuñado.
Este experimento fallido de la madre naturaleza sigue calculando el precio de todo en pesetas porque “vaya, cómo nos la colaron con el euro”, lleva casado diez años con su novia de toda la vida, pero nunca va a desaprovechar la oportunidad de romper esa distancia mínima de seguridad poniendo su mano un poquito más abajo de la cintura o alargando más de lo necesario el tiempo que duran dos besos con cualquier chati (o bombón) que se le cruce en el bar.
El máquina tiene un grupo de Whatsapp con sus amigos que se llama “Los Putos Cracks”, donde alardean de su inextinguible ardor machirulo y se intercambian fotos de tetas gordas y de fútbol.
El mejor día de la vida del máquina fue cuando vio “La Jungla de Cristal”, y el segundo mejor día de su vida fue cuando se la volvió a poner. Por supuesto, el máquina baja los domingos en chándal a comprar el Marca porque las cosas hay que hacerlas “como Dios manda”.
Este personaje es, claramente, Charlie de “El Comisario”, ese intrépido subinspector cuyo pelo tiene tanta gomina que parece un puñadito de noodles sin cocer y con pinta de dormir en el coche y oler a Brummel y a Ducados las 24 horas del día.
El canallíta
Este es el típico hombre que nos ligaríamos desoyendo la voz de nuestras madres.
Lo que vemos detrás de la mirada castigadora de ese chulazo perdonavidas capaz de gestionar sus emociones sin señal de desbordamiento aparente seguramente será una persona insegura y con la misma madurez emocional de una patata cocida, que lo único que intenta es tapar sus carencias con un poquito de bravuconería.
La mayor fobia del canallíta son las mujeres que no le bailan el agua. En un principio, a la hora de entablar una conversación se mostrará ligeramente hosco para hacer ver que por su parte no existe la menor intención de conquista. Más tarde, se acercará para pellizcarte la cintura o tirarte de la coleta. De esta forma, y no de otra, es como liga el canallíta. Todo detalles.
Por este tipo de cosas, recordad que nunca es tarde para mandar al personaje del canallíta a la supermierda.
Como ya habréis podido adivinar por la descripción, nuestro canallíta es Quimi, de “Compañeros”, la única persona en el mundo que sería capaz de escribir un manual llamado “Cómo ligar en una moto”.
El psicópata
Este tipo de hombre es el más difícil de reconocer. Aparentemente todo es fenomenal con él. Congeniáis perfectamente, tenéis unos gustos muy similares. De hecho, su película favorita también es la de ese director sordomudo iraní que únicamente se distribuyó en España en un videoclub de Cazalla de la Sierra que además lleva dos años y medio cerrado. ¿Y recuerdas ese concierto clandestino de un chino con pandereta al que solo asististeis siete personas? ¡pues él estuvo allí! ¡Qué increíble y maravillosa coincidencia! ¿y cómo puede ser que no os vierais? Pues yo te lo voy a decir: porque todo es una absoluta y rotunda mentira podrida.
El psicópata lleva tres semanas estudiándose tu Facebook y sabe qué película fuiste al cine a ver antes de ayer, quiénes son tus últimos cinco nuevos amigos y además se ha aprendido de memoria tus listas de Spotify y sabe lo que escuchas mientras te duchas. Y eso le pone. ¿De verdad no te sorprendió encontrarte ese “me gusta” suyo en una foto de tu cumpleaños de hace cinco años?.
Cuando lo conociste pudo parecerte inofensivo con su pinta de haber vivido siempre un poco en la cuneta de la vida, pero ahora que te has dado cuenta de todo, el psicópata te da mas miedo que cuando te llaman al fijo.
La única forma de librarte de él será diciéndole que te vas a una misión secreta a Uganda. Si ni por esas consigues que el psicópata te deje en paz, recomiéndale que se compre una vida.
¿Y es que acaso no reconocemos en estas palabras al personaje de Fran Perea en “Los Serrano”? Ese joven que bebía los vientos por su hermanastra y que además, ojo, ¡era cantautor!. Si lo unes todo te sale una forma preciosa de manifestar una patología.
El deportista
Es runner y además le parece necesario que todo el mundo lo sepa. La base de su alimentación es el arroz con pollo empujadito con un poco de pan runner, y, como no podía ser de otra manera, no hay media maratón de su ciudad en la que no participe.
Esta deidad apolínea que es el deportista te cuenta que el salir a correr le ha cambiado la vida, que ahora es una persona nueva llena de energía positiva capaz de enfrentarse a todo lo que le venga, y que no entiende cómo tú te puedes pasar los fines de semana creyendo en el ron-cola como civilización en lugar de salir a liberar endorfinas con el Runtastic.
La mejor amiga del deportista es la serotonina y, por suerte, solo se emparejará con hembras de su misma especie: pronadoras o supinadoras, pero cardiovascularmente sanas.
Está claro que los personajes que mejor reflejan la verdadera esencia del deportista no son otros que Pablo Puyol y MAM, los chicos de “Un paso adelante”, cuyo día a día era el trabajo duro, el esfuerzo y la dedicación, el padre nuestro del deportista.
¿A cuántos de ellos has reconocido? Si tu respuesta es que a más de dos… ay, amiga, tenemos un problema. Que tengas las hormonas un poco giradas porque hayas llegado ya a esa edad en la que te juraste con tu mejor amigo que si seguíais solteros os casaríais juntos pero resulta que únicamente es tu vida la que se ha convertido en un “hello darkness my old friend” no te da derecho a malgastar tu valioso tiempo. Así que plantéate con qué clase de infraseres te estás relacionando y empieza a quererte tú mismo a quererte tú mucho.
Madre mía, menudos cánones de conducta. Los modelos femeninos eran la chica tonta e infantil (Lola), la chica que va de pivón pero luego es una santurrona (Valle), la psicópata viejuna (Eva) y el Comisario no lo veía, así que esas serían las alter ego.