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Secretary - Crítica de la pelicula

Alguna vez ya os había hablado de Steven Shainberg y de su afición por mostrar en sus películas caras oscuras, o por lo menos apartadas, de lo que se podría llamar cotidianidad de costumbres sociales y personas. Hoy vuelvo a él para hablar de Secretary (2002) una película muy a tener en cuenta si lo que se busca es obtener una nueva visión de algo tan mundano como es el sexo.

Envuelta en colores cálidos y tonos pastel que nos remiten irremediablemente a la carnalidad y la pasión, Secretary se mueve en unos espacios que están mucho más allá del simple sexo. Y no nos confundamos, la película no va de sexo o sólo de sexo y mucho menos pornografía género en el que seguro más de uno se atrevería a clasificarla, sino que se centra en la sensualidad, en la experimentación de un erotismo que supera ampliamente la monotonía del sexo más carnal. Shainberg hábilmente usa tópicos típicos, creados por el imaginario colectivo y creencias prefabricadas por todos aquellos temerosos de experimentar cosas nuevas, para reflejar otras vías que también existen, siendo además capaz de hacer cierta caricatura de ellos.

Mediante una cíclica introducción, el argumento versa sobre Lee Holloway (Maggie Gyllenhaal), una tímida chica que empieza a trabajar como secretaria para el abogado Eduard Grey (James Spader). Lee tiene muchos problemas, aunque más que propios son debidos a su entorno. Su padre es alcohólico, su madre se deja maltratar por su padre y encima, el día en que Lee regresa a casa al salir de la institución en la que ha estado ingresada, debe soportar una boda de lo más rosa y azucarada. Por todo esto Lee vuelve a la auto lesión. Pero cuando empieza a trabajar para Eduard una nueva vida se abre ante sus ojos.

Auto lesión y masoquismo crean una mezcla explosiva y aunque a primera vista puedan parecer los ingredientes ideales para una película tétrica terminan por convertirse en los ejes de una bella historia de amor. La manera en que narra Shainberg nos hace sobretodo comprender dichas opciones o por lo menos intentarlo. La auto lesión pasa de ser una cosa de “locos” que intentan llamar la atención a una vía de escape de personas demasiado sensibles a la dureza que muchas veces la vida puede contener. Incapaces de manejar las hirientes sensaciones que en ellos se crean deciden materializar ese dolor para de ese modo controlarlo algo mejor. El otro elemento base de la película, el masoquismo, es tratado de forma extremadamente bella provocando la desaparición del oscuro velo que siempre planea sobre esa inclinación. Otra vez las creencias impuestas hacen mella sobre algo sobre lo que ni siquiera se han parado un segundo a intentar comprender. En una inteligente escena el director muestra precisamente todo esto, ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras y este es un buen ejemplo. Lee está en una mesa inmóvil mientras ante ella se suceden una tras otra, en forma de personas, todas las trivialidades que se suelen usar para empujar a la gente a seguir la manada, así como son la religión, los miedos, la incomprensión. Lo curioso de la escena es que todos vienen a exponerle a Lee sus ideas para intentar convencerla y que les sigan, pero nadie la escucha a ella, nadie busca comprenderle, nadie le da la oportunidad de expresarse y sentir con naturalidad.

Otro aspecto atrayente de la película es la hermosa manera en que se muestra el dolor. La suavidad extrema que puede contener en sus actos alguien como Eduard quien, en cambio, en el terreno sexual es de lo más rígido. Se dedica como hobby a cultivar una de las flores más delicadas que existen, las orquídeas. Con suma paciencia las cuida como si de sus hijas se tratase hasta que toda esa atención la traspasa a Lee quien se convertirá en su más preciada delicadeza. La ternura con la que besa todas y cada una de sus cicatrices, sus recuerdos, es abrumadora.

Si tras lo escrito os encontráis pensando en “sí, pero esto no es amor, ni tan siquiera es sexo” o en “esto no es normal, es cosa de dementes” quizás deberíais atreveros a realizar ni que sea una vez un visionado de Secretary. Vosotros sólo debéis facilitar la mente abierta, Shainberg ya se encarga de poner la luz, el color, la sutileza, la ternura y también el humor. Si al terminar alguno, después de una honda reflexión, se atreve a lanzar la primera piedra y es capaz de pasar por encima de la mirada que Lee lanza a cámara y juzgarla, seguramente es que no ha entendido nada. Aunque, no seremos como la mayoría e intentaremos también comprender su estricta y rígida postura ¿verdad?

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