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Abigail

Si hay algo por lo que la dupla formada por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, popularmente conocidos como los chicos de Radio Silence, se ha caracterizado a lo largo de su filmografía es que la diversión y el entretenimiento debe estar por encima de todo. Solo así se explican éxitos como Noche de bodas o las dos últimas entregas de Scream, donde además de la cara más lúdica del terror también demuestran saber usar el ingenio del metalenguaje del género. Con una fórmula casi que perfeccionada, no era de extrañar que tras leer la sinopsis de su nueva película tuviese bastante confianza en lo que podrían brindar.

Un grupo de delincuentes recibe como misión secuestrar una niña pequeña cuyo padre es un poderoso y legendario criminal para pedir el rescate. La misión consiste en que el grupo lleve a la niña a una mansión recóndita y vigilarla durante 24 horas. Si logran su objetivo la recompensa asciende a 50 millones de dólares. Sin embargo, a medida que va avanzando la noche el grupo descubrirá que la niña no es una niña común y corriente, sino que es bastante más peligrosa de lo que podían haber previsto.

Por desgracia, considero que estamos ante uno de esos casos en los que la campaña de marketing desvelaba más de la cuenta en tráilers. Esa decisión por un lado no dejaba lugar a dudas sobre lo que iba a ver el publico en la cinta, pero por otro lado no sé hasta qué punto la jugada hubiese salido igual de bien de haberse guardado por completo la naturaleza de Abigail, la niña capaz de ponerlo todo patas arriba y sembrar un grandioso caos. De hecho, el propio guion durante el primer acto va retrasando mostrar a la verdadera Abigail, haciendo que hasta entonces ese tramo se resienta un poco en ritmo y se sienta algo ya visto, pues se limita a presentar a ese grupo de secuestradores desde una perspectiva más cliché, con algunas decisiones de mostrar poca información respecto a los personajes que si bien tiene sentido dentro del contexto del mundillo criminal, privan al espectador de tener cualquier tipo de conexión positiva o negativa con el grupo de delincuentes.

Abigail

Pero cuando Abigail por fin muestra su verdadera cara hacia el segundo acto, el filme va hacia arriba de manera continua. El terror, la comedia y el suspense se fusionan mejor, aunque haya secuencias donde uno sobresalga más que el otro y no termine de redondear la ocurrencia, en general la sensación que queda es muy disfrutable. Y es que cuando el terror hace acto de presencia, también lo hace por todo lo alto esas referencias al género que los directores y guionistas empleaban en Scream: el conocer las bases del género para luego reírse de ellas y hacerlas suyas, solo que en este caso en particular es acerca de los vampiros. Escenas como aquella donde el grupo está reunido y se pone a enumerar cual puede ser la manera más eficiente de matar a un chupasangre, cuáles son los tipos de vampiros más comunes o la total y completa fiesta baño de sangre que es el tercer acto son un absoluto deleite.

A pesar de algún problema de ritmo/estructura narrativa, el gran problema viene relacionado con la fórmula que sus directores parecen empeñados en repetir. Reza el dicho que si no está roto no hay necesidad de arreglarlo pero ¿qué sucede cuándo a lo roto se le empiezan a ver las fisuras? ¿Ahí tampoco hay que tocar nada hasta que termine rompiéndose por completo? Es bueno tener ciertos leitmotivs, preferencia por tipos de planos, asociaciones con determinadas bandas sonoras, incluso una paleta de colores característica, al fin y al cabo es lo que confiere personalidad a un buen director. Pero tras esta película hay una línea muy fina entre tener personalidad estético-narrativa y directamente copiarse a sí mismo sin ningún tipo de vergüenza. Y es que las similitudes con Noche de bodas son flagrantes: una persona o un grupo encerrados en una mansión antigua con los mismos cuartos y pasadizos secretos tratando de escapar de un peligro mortal, los mismos puntos de giro debido a situaciones calcadas (ay, la pobre Sammy) e incluso las muertes con litros de sangre y vísceras y la resolución final del conflicto. Al anunciarse esta película como ¨Noche de bodas pero con una niña vampiro bailarina” se antojaba como una idea muy disfrutable, pero no sabía hasta qué punto realmente lo que iba a encontrar era literalmente eso.

Abigail

Y si he tenido que detenerme con los aspectos negativos de la cinta, hay que hablar de uno muy positivo, y es que Radio Silence saben construir repartos maravillosos donde todos saben cuál es el tono y estar en perfecta sintonía. Melissa Barrera viniendo de la saga Scream se ha ido forjando como una autentica final girl que culmina aquí, y durante gran parte de la película ella es tal vez el único nexo emocional. No hay que desmerecer a un divertidísima Kathryn Newton y lo sabelotodo y canalla que es Dan Stevens que solo va a peor conforme avanza el metraje. Y por supuesto, hay que hablar maravillas de Alisha Weir, la pequeña niña vampiro que sabe conjurar ese fino equilibrio entre la comedia de ver a una vampira con su tutú y sus zapatillas y el terror que supone ver algo tan grácil, delicado y bello como el ballet embadurnado con sangre y colmillos sucumbiendo a instintos asesinos. Weir juega con esa dualidad de en apariencia ser una niña inocente y asustada para en la siguiente escena convertirse en un depredador temible. Desde luego las partituras de Tchaikovsky para El lago de los cines adquieren un matiz más siniestro después de esta película.

Al final del día si uno busca una buena mezcla entre comedia y terror con su gran dosis de hemoglobina y pasar un muy buen rato aquí lo encontrará. Solo espero que Radio Silence para futuros proyectos, al igual que lo hacen con el guion, puedan darle otra vuelta de tuerca a la fórmula establecida. De momento sigue funcionando, pero habrá que ver hasta qué punto puede seguir a flote sin romperse.

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