21 Blackjack
Ser un genio y saltar la banca. No cabe duda de que hay algo muy atractivo, profundamente altruista, en poner el intelecto a trabajar con un objetivo algo perverso: lejos de encontrar un bien general para la humanidad, hallar una sustancial mejora para el bolsillo particular. Porque asumámoslo: ese, y no otro, es el planteamiento que actúa como gancho de 21 Blackjack. Bueno, ese más la vitola de “basada en hechos reales”. Porque que algo así tenga verosimilitud o sea remotamente posible, nos pone a salivar como el perro de Pavlov. Así que, manos a la obra: el equilibrio mundial puede esperar a mañana porque hoy nos vamos a llevar por delante a estos crupieres.
Ben Campbell (Jim Sturgess) es un cerebrito del MIT (Massachusetts Institute of Technology, o el lugar donde solo te aceptan si tu coeficiente intelectual es mayor de 160) que necesita la módica suma de 300.000 dólares para poder ingresar en la facultad de Medicina de Harvard. Al chico se le dan bien, muy bien, los números. Tanto es así que no pasa desapercibido para su profesor Micky Rosa (interpretado por el gran Kevin Spacey), quien está forjando un club de ‘levantamesas’ de blackjack a partir de la capacidad de contar cartas (algo más complicado estos días, pues en el blackjack clásico se usan no menos de seis barajas de 52 cartas). Desde este momento, y una vez expuesto al subidón del dinero fácil, todos aquellos pensamientos, anhelos y propósitos de dedicar el talento a la medicina pasan al cubo de basura. Las garras de la avaricia trincan a Ben, o quizás habría que decir que Ben se lanza a los brazos de la avaricia. Así que ya tenemos la perorata moralista de la historia: estudiantes, volved a los libros y convertíos en hombres y mujeres de provecho. Aquí sólo hay compras y malgasto de dinero y talento.
Este es precisamente el aspecto que más rechina de esta película. Puesto que es una historia basada en hechos reales, la capacidad de extraer mucha más sustancia de los mismos se queda en un destilado hollywoodiense al uso. Se echa de menos el énfasis en la implementación de su estrategia, el hecho de que no cambien de casino o que no limiten las ganancias a cantidades que llamen menos la atención. Tratándose de estudiantes del MIT, era de esperar que no cayesen en tantos clichés. Lo que podría haber sido una enorme película se queda en buena película.
Porque esa es la otra cuestión al respecto: ya que nos entregamos al espectáculo, 21 Blackjack cumple lo que se propone. La cinta es amena y fresca, nos vamos a divertir durante el transcurso de la película con las idas y venidas del bueno de Ben. Y sobre todo vamos a disfrutar, una vez más, de una estupenda actuación de Kevin Spacey. Reto a cualquier lector a que me proponga una actuación suya que no sea, como mínimo, memorable. Lo de este hombre es para denominarlo el rey del cine: todo lo que toca se convierte en oro, al menos desde el punto de vista de la actuación. Y hablando de nombres célebres, añadamos a Laurence Fishburne, quien también nos deja su marchamo de talento.