Carlos Enrique Taboada, el Duque del Terror Mexicano

Qué mejor manera de celebrar este Filmfilloween que hablando de uno de los grandes del terror, por lo menos en México, cuyo trabajo no ha podido ser igualado a pesar de los intentos, los avances en efectos especiales y la incorporación de nuevas tecnologías. Definitivamente no podía perder la oportunidad de hablarles de Carlos Enrique Taboada, que gracias a su trabajo fue nombrado “El Duque del Terror Mexicano”.

Inició su trabajo en 1950, pero casi siempre estuvo relegado del papel principal, pues con la clara intención de darles a sus obras la fama y el reconocimiento que merecían, prefirió que fueran otros quienes las dirigieran, a pesar de ser él quien las había imaginado y escrito. Aunque, al no tener su sello y su esencia, las producciones no fueron lo que él esperaba.

Además, su forma de contar historias era compleja y difícil de entender, tal vez porque era un adelantado a su época que ya tenía un claro acercamiento al terror más psicológico y menos sobrenatural y hacía de las mujeres y los animales el centro de sus historias. Creando personajes un tanto rebeldes y que se salían de la normativa social.

Incursionó en el terror como guionista y realizador, pero es reconocido por ser un estudioso del género, entendiéndolo y transmitiéndolo a partir de historias cotidianas que al mostrarse en la pantalla resultaban muy efectivas a la hora de provocar sensaciones en el público. Los temas tocados en sus cintas abarcaban la brujería, las criaturas fantásticas, los fantasmas, objetos y herencias malditos que determinaban el destino de sus personajes que se narraban a través de dramas trágicos que se volvían verosímiles porque realmente le podían suceder a cualquier persona.

Es así que Taboada logra dejar como legado 4 grandes películas que dan cuenta de su maestría y su peculiar forma de horrorizar al público con sus historias:

Hasta el viento tiene miedo (1968) protagonizada por Marga López, Maricruz Olivier, Alicia Bonet, Norma Lazareno, Renata Seydel y Elizabeth Dupeyrón. Una historia que se desarrolla en un internado para señoritas, donde Claudia, una de las estudiantes, tiene problemas para dormir debido a que tiene pesadillas recurrentes. Junto a sus compañeras deciden investigar el origen de estas pesadillas y descubren que el espíritu de Andrea, una alumna que murió en el internado, vaga por ahí intentando vengar su muerte. En esta cinta destaca la forma en que se muestra el despertar sexual femenino, una revolución escandalosa para le época y un terror bastante bien manejado, quien la ha visto recordará lo escalofriante que resultaba el simple sonido del soplido del viento.

El libro de piedra (1969), donde película Julia Septién (Marga López) es contratada por Eugenio Ruvalcaba (Joaquín Cordero) como instituriz de la pequeña Silvia (Lucy Buj). Julia pronto se da cuenta de que la niña tiene comportamientos extraños derivados de sus juegos con un amigo imaginario de nombre Hugo que resulta ser una estatua de piedra de un niño leyendo un libro que se encuentra en el jardín de la gran casa en donde viven. Aunque parece sólo un suceso inocente producto de la imaginación de una niña, los sucesos extraños que suceden al rededor de este suceso, se van volviendo cada vez más escalofriantes. Empleando aspectos relacionados con fantasmas, la magia negra y el vudú. Una clara referencia a Otra Vuelta de Tuerca, llena la pantalla con un terror gótico con un estilo teatral que no resulta para nada forzado, valiéndose de la fotografía que muestra una iluminación y encuadres muy bien logrados que se encargan de narrar la historia. Una característica particular de esta película es la forma en que va suministrando la información a cuenta gotas pero sin cansar ni hacerse tedioso.

Más negro que la noche (1975). Ofelia (Claudia Islas) recibe una herencia de su tía Susana (Tamara Garina) la cual consiste en una vieja casa de gran valor, pero con la condición de cuidar a Becker un gato negro. Ofelia decide mudarse a la casa en compañía de sus amigas Aurora (Susana Dosamantes), Pilar (Helena Rojo) y Marta (Lucía Méndez). Después de unos días de estar ahí, el gato aparece muerto en el sótano y a partir de este momento cosas muy extrañas comienzan a suceder en la casa. Si bien, la película no es la más terrorífica, sí que da escalofrío, pero lo que más sobresale en ella es la manera en que muestra la vida de las mujeres en los años 60, pero no como mujeres que viven a la sombra de un hombre, como se acostumbraba a mostrar a la mujer en esos años, sino como una persona independiente sueña de sus decisiones y capaz de hacer frente a sus propios problemas.

Finalmente, Veneno para las hadas (1984) protagonizada por Ana Patricia Rojo, Elsa María Gutiérrez, Leonor Llausás, Carmen Stein y María Santander. En esta historia Verónica, una niña lleva más allá las historias sobre brujas que le cuenta su cocinera, a tal punto que ella misma se cree una bruja y se aprovecha de la inocencia de una de sus compañeras de clase, Flavia, para convencerla de que su magia y maldad son reales. Aprovechando unas vacaciones en una casa de campo, Verónica buscará elementos para preparar un veneno para matar a la hadas, pues considera que son las enemigas de las brujas. Es curioso pensar que, a pesar del tema, en la película no sucede nada sobre natural, pero adentrarse en la maldad que puede provenir de un niño ya es una buena razón para que se erice la piel. Cabe destacar que la perspectiva de los encuadres usados en la película, no permiten ver los rostros de los adultos hasta que estos muestran una expresión de terror o está muertos.

Aunque se han hecho nuevas versones de las películas de Carlos Enrique Taboada, no han logrado el éxito que él tuvo y hasta el momento pocas son las películas de terror en México que sean tan recordadas como las del Duque del Terror Mexicano.